La anomalía radiactiva en el océano Pacífico que desafía la geología

Alberto Noriega     26 febrero 2025     5 min.
La anomalía radiactiva en el océano Pacífico que desafía la geología

Científicos hallan una acumulación inesperada de berilio-10 en el fondo del Pacífico, con posibles vínculos a eventos cósmicos o cambios en las corrientes oceánicas.

Una acumulación inesperada de berilio-10 (10Be), un raro isótopo radiactivo, ha sido descubierta en el fondo del océano Pacífico, desconcertando a los científicos. El hallazgo, publicado en Nature Communications, revela que las muestras extraídas de costras de ferromanganeso contienen casi el doble de la concentración esperada de este isótopo, con un pico ocurrido hace 10.1 millones de años. Mientras algunos investigadores sugieren que este fenómeno podría haber sido causado por una reorganización de las corrientes oceánicas, otros teorizan que la anomalía podría ser el resultado de un evento astrofísico como una supernova cercana. Ahora, los científicos buscan determinar si esta señal es un fenómeno global que podría reescribir nuestra comprensión del pasado de la Tierra.

Un rastro radiactivo en el tiempo

El descubrimiento de esta anomalía en varias muestras del Pacífico Central y del Norte descartó la posibilidad de una contaminación reciente, confirmando que el fenómeno es auténtico y ocurrió hace entre 9 y 11.5 millones de años. La alta concentración de 10Be es particularmente intrigante debido a su vida media de 1.4 millones de años, lo que lo convierte en una herramienta invaluable para fechar eventos geológicos que exceden el alcance del carbono-14.

Este isótopo se forma en la atmósfera superior cuando los rayos cósmicos interactúan con el oxígeno y el nitrógeno. Su presencia en niveles anómalos sugiere que hubo un cambio en la cantidad de radiación cósmica que alcanzó la Tierra o en los procesos de transporte y sedimentación en el océano. Para entender su origen, los científicos han planteado dos hipótesis principales que podrían explicar el fenómeno.

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¿Un cambio oceánico o un evento cósmico?

Los investigadores consideran dos escenarios que podrían haber provocado esta anomalía. La primera teoría apunta a un cambio significativo en las corrientes oceánicas ocurrido hace entre 10 y 12 millones de años. Durante este período, la dinámica de los océanos experimentó modificaciones debido a fluctuaciones climáticas y a la reconfiguración de masas de agua cercanas a la Antártida. Estos cambios podrían haber afectado la distribución del 10Be, concentrándolo en ciertas regiones del Pacífico.

Sin embargo, otra posibilidad más intrigante es de origen astrofísico. Algunos científicos sugieren que la anomalía podría haber sido causada por el impacto de un evento cósmico, como una supernova cercana que habría aumentado la radiación cósmica en la Tierra. Otra posibilidad es que nuestro planeta haya atravesado una nube interestelar densa, lo que habría debilitado la protección de la heliosfera y permitido la entrada de más partículas energéticas.

Si se demuestra que la anomalía tiene una distribución global, esto reforzaría la hipótesis del evento cósmico, mientras que si se encuentra restringida a ciertas regiones del Pacífico, apuntaría a un fenómeno oceánico. Los científicos están ampliando su análisis a otras zonas del mundo para resolver este enigma.

Un nuevo marcador temporal para la geología

Más allá del debate sobre su origen, este hallazgo tiene importantes implicaciones para la datación geológica. Actualmente, los científicos carecen de un marcador temporal global para períodos que abarcan millones de años, lo que hace que esta anomalía de 10Be pueda convertirse en un punto de referencia clave en los registros geológicos.

La consistencia del fenómeno en múltiples muestras del fondo marino lo convierte en una herramienta confiable para correlacionar distintos depósitos geológicos en todo el mundo. Si se confirma su presencia en otros océanos, podría servir como una “firma” geológica para datar eventos pasados con mayor precisión. Esto permitiría mejorar la sincronización de registros paleoclimáticos y geológicos, arrojando luz sobre las condiciones ambientales de la Tierra en el Mioceno tardío.

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Implicaciones para la ciencia y el futuro de la investigación

El descubrimiento de esta anomalía ha abierto nuevas líneas de investigación en geología, oceanografía y astrofísica. Si el fenómeno resulta ser de origen cósmico, podría significar que la Tierra ha sido más influenciada por eventos estelares de lo que se pensaba. Esto podría cambiar la forma en que entendemos la interacción entre la Tierra y el espacio interestelar, reescribiendo nuestra historia planetaria en el contexto del universo.

Para resolver el misterio, los científicos están analizando nuevas muestras de diferentes partes del planeta y comparándolas con modelos de radiación cósmica y evolución de corrientes oceánicas. Si logran demostrar que esta señal es global, podría abrir la puerta a estudios más profundos sobre cómo eventos cósmicos han dejado huellas en la geología terrestre.

Un pasado oculto bajo el océano

El hallazgo de esta anomalía radiactiva en el fondo del océano nos recuerda lo poco que aún sabemos sobre la historia de la Tierra y su conexión con el cosmos. Ya sea producto de un evento estelar o de un cambio en la dinámica oceánica, este descubrimiento podría transformar la forma en que entendemos la evolución de nuestro planeta.

A medida que la ciencia avanza, es posible que descubramos más anomalías escondidas en los sedimentos marinos, revelando pistas sobre los ciclos cósmicos y terrestres que han moldeado la historia de la Tierra. En los depósitos del océano profundo yace un registro del pasado que podría cambiar la forma en que comprendemos el planeta y su lugar en el universo.

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