Azerbaiyán, anfitrión de la COP29, expande producción de gas mientras el mundo busca soluciones climáticas
Azerbaiyán, anfitrión de la COP29, planea expandir su producción de gas fósil, lo que genera dudas sobre su liderazgo en la lucha contra el cambio climático.
El anuncio de Azerbaiyán de expandir su producción de gas fósil ha generado una ola de críticas, especialmente en vísperas de la COP29, donde el país será anfitrión. La petrolera estatal Socar, junto con sus socios, planea aumentar la producción de gas de 37.000 millones de metros cúbicos actuales a 49.000 millones para 2033. Este aumento contradice las advertencias de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que ha enfatizado que ninguna nueva explotación de combustibles fósiles debería llevarse a cabo si el mundo aspira a alcanzar las metas de cero emisiones netas para 2050. Sin embargo, Azerbaiyán no solo planea seguir adelante con sus planes, sino que también ha acordado aumentar en un 17% las exportaciones de gas a la Unión Europea para 2026.
Según el informe publicado por las organizaciones Urgewald y CEE Bankwatch, Socar sigue invirtiendo la mayoría de su capital en proyectos de petróleo y gas, destinando el 97% de su presupuesto en 2023 a estos sectores. Aunque la empresa lanzó una división de energía verde poco después de que Azerbaiyán fuera designado anfitrión de la COP29, sus operaciones en energías renovables siguen siendo insignificantes en comparación con su enfoque en combustibles fósiles. Esto ha generado serias dudas sobre la idoneidad de Azerbaiyán para liderar las conversaciones climáticas de noviembre, que llegan en un momento crítico para el futuro de la humanidad.
La presión por un liderazgo climático auténtico
El hecho de que Azerbaiyán presida la COP29 ha provocado inquietudes sobre el impacto de los intereses fósiles en las negociaciones climáticas. La influencia de Socar, profundamente ligada al gobierno azerbaiyano, se deja sentir en todos los niveles. Rovshan Najaf, presidente de Socar, forma parte del comité organizador de la COP29, y el ministro de Ecología y Recursos Naturales, Mukhtar Babayev, quien liderará las conversaciones, trabajó en la empresa durante 26 años. Esta cercanía ha llevado a los críticos a preguntarse si los intereses fósiles no estarán en el centro de las discusiones climáticas.
Organizaciones como Urgewald han sido claras al señalar que permitir que actores con intereses en combustibles fósiles dirijan estas negociaciones pone en peligro los avances necesarios para frenar el calentamiento global. «Parece que hemos puesto al zorro a cargo del gallinero», dijo Regine Richter, autora principal del informe, destacando el conflicto de intereses de permitir que un país tan dependiente de los ingresos del petróleo y gas lidere las negociaciones climáticas globales. La economía de Azerbaiyán depende en un 90% de los ingresos por exportación de combustibles fósiles, lo que agrava las preocupaciones sobre su papel en la COP29.
A pesar de estas tensiones, Azerbaiyán ha defendido su postura, argumentando que el aumento en la producción de gas responde a las demandas energéticas de Europa tras la crisis de suministros causada por la guerra en Ucrania. Sin embargo, los defensores del clima sostienen que este argumento no puede justificar la expansión de combustibles fósiles en un momento en el que la crisis climática exige reducciones drásticas en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Incoherencia entre los discursos y la acción climática
El conflicto entre las promesas de acción climática de Azerbaiyán y su expansión en el sector de combustibles fósiles ha levantado una gran polémica a medida que se acerca la COP29. Según Climate Action Tracker (CAT), el plan de acción climática de Azerbaiyán ha sido calificado como «críticamente insuficiente», uniéndose a un pequeño grupo de países que han debilitado sus objetivos climáticos en lugar de reforzarlos. Mientras la ciencia apunta claramente a la necesidad de dejar las reservas de combustibles fósiles bajo tierra para limitar el calentamiento global a 1,5°C, Azerbaiyán se ha comprometido a aumentar su producción de gas en un tercio, lo que podría generar 780 millones de toneladas de CO2 en la próxima década, más del doble de las emisiones anuales del Reino Unido.
Esta expansión, junto con la poca inversión de Socar en energías renovables, ha generado un escepticismo generalizado sobre el compromiso real del país con la transición energética. A pesar de las promesas de desarrollar recursos solares y eólicos «abundantes», las operaciones en energías limpias de Azerbaiyán siguen siendo marginales en comparación con su enfoque en los hidrocarburos. La creación de una división de energía verde por parte de Socar ha sido vista más como un gesto simbólico que como un esfuerzo genuino por descarbonizar la economía del país.
Azerbaiyán ha intentado justificar su expansión en el gas natural como parte de una «transición energética justa y ordenada», un concepto que se discutió en la reciente evaluación global de la ONU. Sin embargo, los críticos argumentan que esta expansión no se alinea con las «urgentes y profundas reducciones» de emisiones que los científicos y organismos internacionales señalan como necesarias. En lugar de liderar con el ejemplo en la COP29, Azerbaiyán parece estar adoptando una estrategia que mantiene al mundo «enganchado a los combustibles fósiles», como señalaron los autores del informe de Urgewald.
Dudas sobre los derechos humanos y la transparencia en la COP29
Otro factor que ha avivado las preocupaciones sobre la idoneidad de Azerbaiyán como anfitrión de la COP29 es su historial de derechos humanos. El informe de Urgewald, además de detallar la expansión fósil del país, también destaca violaciones a los derechos humanos y denuncias de corrupción que han rodeado tanto a Socar como al gobierno azerbaiyano. La Corte Europea de Derechos Humanos ha dictaminado en repetidas ocasiones que el país ha violado la Convención Europea de Derechos Humanos, con al menos 263 infracciones documentadas desde 2001, incluidas torturas y tratos degradantes.
Estas violaciones, junto con la falta de libertad de prensa y la represión de la sociedad civil, han generado desconfianza en torno a las próximas negociaciones climáticas. Manana Kochladze, de CEE Bankwatch, destacó que mientras otros gobiernos colaboran con la sociedad civil para enfrentar la crisis climática, el régimen de Aliyev amenaza sistemáticamente a los defensores de derechos humanos y del medioambiente. Esta situación, según los activistas, no augura un entorno favorable para lograr los compromisos climáticos ambiciosos que se necesitan con urgencia.
El informe subraya que la influencia de Socar y su cercanía al gobierno de Azerbaiyán pueden socavar la credibilidad de las negociaciones. Con Rovshan Najaf, el presidente de Socar, en el comité organizador de la COP29, las organizaciones internacionales temen que las conversaciones en Baku estén marcadas por los intereses fósiles más que por las soluciones climáticas. Como subrayó Regine Richter, se requiere un liderazgo climático auténtico, no uno «atado» a la perpetuación de los combustibles fósiles.
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