La crisis de ‘basuraleza’: 12 millones de toneladas de plástico llegan cada año a los ecosistemas de todo el mundo
La ‘basuraleza’ daña los ecosistemas y afecta la salud humana. Iniciativas como LIBERA promueven la educación ambiental y la movilización para combatir este problema.
El abandono de residuos en la naturaleza, conocido como ‘basuraleza’, representa una amenaza creciente para el medioambiente. Según Sara Güemes, responsable del proyecto LIBERA, estos desechos no solo afean el paisaje, sino que alteran los ecosistemas, liberan sustancias químicas peligrosas y afectan la salud humana. La basura llega a playas, ríos y bosques tanto de forma directa como indirecta, y contiene plásticos, microplásticos, hidrocarburos y químicos prohibidos hace décadas. Para combatirla, el proyecto LIBERA moviliza voluntarios en acciones de limpieza y promueve la educación medioambiental.
Las consecuencias invisibles de la ‘basuraleza’
Los efectos de la ‘basuraleza’ van más allá del impacto estético. Según el proyecto LIBERA, los residuos abandonados en la naturaleza alteran gravemente los ecosistemas. Los animales pueden ingerir objetos como plásticos o quedar atrapados en residuos como cuerdas, lo que les provoca daños físicos internos y externos. Además, estos desechos son vectores de patógenos, facilitando la propagación de especies invasoras que afectan la biodiversidad local.
Un ejemplo de esta contaminación es la presencia de sustancias químicas peligrosas. Los plásticos contienen aditivos como plastificantes y retardantes de llama, que, al descomponerse, liberan toxinas en los suelos y aguas. El proyecto LIBERA, en su estudio sobre aguas en 150 lugares de España, detectó contaminantes como cafeína, nicotina y medicamentos. Además, residuos históricos como el DDT y otros compuestos químicos prohibidos hace décadas siguen presentes en los entornos naturales, agravando los efectos a largo plazo en la flora y fauna.
Microplásticos y salud humana
El plástico no solo afecta a los ecosistemas naturales, también amenaza la salud humana. Según datos del proyecto LIBERA, entre cuatro y 12 millones de toneladas de plástico llegan cada año a los ecosistemas de todo el mundo, de los cuales una cantidad significativa se descompone en microplásticos. Estos diminutos fragmentos de plástico, que también contienen sustancias químicas, entran en la cadena alimentaria a través de alimentos como los pescados y el agua. La exposición a estos químicos, aunque en pequeñas cantidades, puede tener efectos nocivos a largo plazo en la salud humana.
Sara Güemes advierte que el desconocimiento y la falta de educación ambiental son parte del problema. A pesar de las campañas de concienciación, muchas personas continúan abandonando residuos sin ser conscientes de las consecuencias. La solución, según la experta, radica en una educación ambiental más sólida y transversal en todos los niveles educativos, para que desde pequeños se entienda la importancia de proteger los espacios naturales y gestionar los residuos de forma adecuada.
Educación y movilización, claves contra la ‘basuraleza’
La lucha contra la ‘basuraleza’ pasa por un cambio de mentalidad que debe iniciarse en las aulas. Sara Güemes, responsable del proyecto LIBERA, subraya la necesidad de incluir la educación medioambiental de manera transversal en los programas educativos, desde la primaria hasta la universidad. La idea es integrar estos conocimientos en materias como matemáticas o lengua para que los estudiantes comprendan el impacto de sus acciones sobre el entorno. No se trata solo de un problema de gestión de residuos, sino de una cuestión de conciencia y respeto hacia la naturaleza.
La prevención, además, no puede depender únicamente de la educación, sino de una acción coordinada por parte de todos los sectores de la sociedad. Empresas, administraciones, asociaciones y ciudadanos deben trabajar juntos para detener el flujo de basura hacia los entornos naturales. Un ejemplo de este enfoque multidisciplinar es el propio proyecto LIBERA, que ha conseguido movilizar a más de 150.000 voluntarios en toda España desde 2017. A través de su campaña ‘un metro cuadrado’, estas personas han recogido más de 600 toneladas de basura de playas, ríos, bosques y otros espacios naturales.
El ‘plogging’ y otras formas de combatir la basura mientras te mueves
Una de las formas más efectivas de concienciar a la población sobre la problemática de la ‘basuraleza’ es la participación en actividades de limpieza de entornos naturales. Pero más allá de las campañas organizadas, surgen iniciativas como el ‘plogging’, una práctica que combina el deporte con la recogida de basura. Este movimiento, que nació en Suecia, invita a los corredores a recoger residuos mientras practican deporte al aire libre. Cada vez más personas se suman a esta tendencia, que no solo ayuda a reducir los desechos, sino que también promueve un estilo de vida activo y sostenible.
El proyecto LIBERA apuesta por este tipo de actividades que acercan a las personas a la naturaleza y les hacen más conscientes del problema. Además, la implicación activa en la recogida de basura permite a los participantes valorar el impacto directo que tiene su acción sobre el entorno. Estas iniciativas, según Güemes, generan un cambio en la percepción de los ciudadanos sobre la importancia de mantener los espacios naturales libres de residuos y ayudan a crear una cultura de respeto y cuidado hacia el medioambiente.
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