Cumbre de biodiversidad termina en caos: logros clave, pero sin acuerdo sobre financiamiento

Alberto Noriega     9 noviembre 2024     5 min.
Cumbre de biodiversidad termina en caos: logros clave, pero sin acuerdo sobre financiamiento

La Cop16 finaliza sin acuerdos en financiamiento ni monitoreo, dejando en vilo el cumplimiento de objetivos ambientales críticos.

La cumbre de biodiversidad Cop16 en Cali, Colombia, concluyó el sábado en un clima de caos y desacuerdo, dejando sin resolver temas cruciales de financiamiento y monitoreo de metas. A pesar de avances como un impuesto global sobre productos derivados de datos genéticos y una mayor representación indígena, países en desarrollo, encabezados por Brasil y Fiji, criticaron duramente las promesas incumplidas de fondos. La suspensión de las negociaciones marca un nuevo golpe a la cooperación ambiental, dejando pendientes acuerdos financieros esenciales hasta una reunión de emergencia en Bangkok el próximo año.

Fracaso en acuerdos de financiamiento y monitoreo

La Cop16, celebrada en Cali, Colombia, con el objetivo de avanzar en la protección de la biodiversidad, terminó en un tenso ambiente de desorden y frustración. Tras 12 horas de conversaciones ininterrumpidas, la cumbre no logró consenso en áreas claves como el financiamiento para la conservación y el monitoreo de las metas de esta década. Las negociaciones, que debían concluir el viernes, se extendieron hasta el sábado y finalmente fueron suspendidas sin la presencia de la mayoría de los delegados, muchos de los cuales ya habían abandonado el evento por compromisos de vuelo. Esto dejó sin quorum a la sesión final, y, por tanto, sin posibilidad de decisiones oficiales sobre temas críticos.

Uno de los puntos de mayor conflicto fue la falta de una estrategia para financiar los $200 mil millones anuales necesarios para conservar la biodiversidad, compromiso asumido en 2022. Los países en desarrollo, que dependen de los aportes de los países más ricos, han quedado en una situación de incertidumbre al no recibir los $20 mil millones prometidos por las naciones desarrolladas para 2025. Las delegaciones de Brasil y Fiji, entre otras, cuestionaron la falta de liderazgo y urgencia en la cumbre, criticando la postergación de temas esenciales hasta el último momento. “Sin un sistema claro de financiamiento, las metas se quedarán en simples palabras en papel” advirtió Catherine Weller, directora de política global en Fauna & Flora.

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Un hito para los pueblos indígenas

Aunque la cumbre se encontró marcada por el desorden, hubo dos avances destacados. Por primera vez, se estableció un impuesto global sobre los productos generados a partir de información genética de la naturaleza, conocido como Digital Sequence Information (DSI), un hito que podría crear uno de los fondos de conservación de biodiversidad más grandes del mundo. Empresas con ingresos superiores a los $50 millones o ganancias de más de $5 millones anuales deberán destinar una fracción de sus beneficios a este fondo, cuya mitad será distribuida a comunidades indígenas y países en desarrollo. La medida es vista como un avance significativo para la conservación, aunque expertos como Pierre du Plessis señalan que se requerirá mucho más para alcanzar los montos necesarios a nivel global.

Además, en un momento histórico para la gobernanza ambiental, la Cop16 estableció la participación permanente de comunidades indígenas en el proceso de decisión de la ONU sobre biodiversidad. Esto les otorga un papel formal en las negociaciones, una medida que, según la negociadora indígena Jennifer Corpuz, marca un “momento decisivo” para la representación de comunidades tradicionales. A pesar de estos logros, persisten grandes interrogantes sobre la implementación de estos compromisos, especialmente ante la falta de mecanismos financieros que los respalden.

Una crisis de liderazgo y de confianza

La Cop16 dejó al descubierto una profunda crisis de liderazgo en el panorama ambiental internacional. Las críticas apuntaron hacia las principales economías, como la Unión Europea, Canadá, Japón y China, por no haber asumido un rol activo en la cumbre, lo que contribuyó a la falta de avances en las negociaciones. Durante la sesión final, Oscar Soria, del think tank Common Initiative, señaló la “insuficiente actuación” de estos países y describió la postura del secretario ejecutivo de la Convención de Biodiversidad como “fantomática”, evidenciando la falta de compromiso real ante la gravedad de la crisis ambiental.

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La falta de una estrategia clara para monitorear las metas de conservación acordadas en la Cop15 en Montreal también se destacó como un fallo crítico. Aunque en la Cop16 se discutieron múltiples propuestas de monitoreo, las negociaciones quedaron inconclusas debido a la falta de tiempo. Esta situación resalta la falta de una planificación efectiva que asegure el seguimiento de las metas a nivel global, lo cual es esencial para evitar que las promesas de conservación se queden en palabras vacías. Según Brian O’Donnell, director de la Campaign for Nature, la cumbre reflejó un enfoque de “negocios como siempre” que no corresponde a la urgencia de la crisis.

El reto de construir confianza y responsabilidad ambiental

La Cop16 ha dejado una lección clara: sin una estrategia de financiamiento y un compromiso inequívoco, las metas de biodiversidad seguirán siendo vulnerables a la inacción. La reunión en Cali debería servir como un llamado urgente a reevaluar la estructura de las negociaciones climáticas y ambientales. Si los países desarrollados no demuestran liderazgo y financiamiento concretos, el descontento entre los países en desarrollo podría intensificarse, dificultando aún más la cooperación global. Las promesas de fondos sin acciones reales erosionan la confianza, lo que podría tener efectos devastadores en los acuerdos futuros.

A medida que los líderes se preparan para la próxima cumbre en Bangkok, será esencial que se tomen decisiones concretas y medidas claras de rendición de cuentas. Sin un sistema robusto que permita el flujo de financiamiento y el monitoreo efectivo de metas, los acuerdos de biodiversidad seguirán siendo insuficientes frente a la escala de la crisis. Este es el momento de convertir los compromisos en una verdadera responsabilidad compartida; la conservación de la naturaleza no puede esperar más, y cada año perdido representa un retroceso que las generaciones futuras no podrán revertir.

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