Descubre cómo elegir tu voluntariado ideal y ayuda a construir un mundo mejor
Descubre los distintos tipos de voluntariado social y cómo puedes colaborar para apoyar a personas vulnerables en su desarrollo y bienestar.
El voluntariado social se presenta como una alternativa poderosa para quienes buscan transformar su entorno y ayudar a los sectores más necesitados de la sociedad. Existen múltiples tipos de voluntariado, que varían según el grupo beneficiario, la actividad, el nivel de compromiso y la modalidad –presencial o virtual–, adaptándose a distintos perfiles de personas. Desde el apoyo a personas mayores hasta la reinserción de exreclusos, cada tipo de ayuda es una oportunidad para generar cambios sociales significativos.
Variedad de opciones para un voluntariado social
Según Víctor García Souto, experto en apoyo al Tercer Sector de la Fundación Catalana de l’Esplai (Fundesplai), el voluntariado social se clasifica tanto por el colectivo al que va dirigido como por el tipo de actividad que se realiza. En términos de destinatarios, esta práctica social se dirige a sectores diversos de la población que enfrentan situaciones de vulnerabilidad o exclusión. Algunos de los colectivos más comunes incluyen personas mayores, menores en situación de riesgo, migrantes, personas sin hogar, y comunidades que viven en condiciones de desigualdad en países en vías de desarrollo. En cada uno de estos casos, la acción de los voluntarios se adapta a las necesidades específicas de los beneficiarios para maximizar su impacto.
Un ejemplo notable es el voluntariado en el ámbito de la diversidad funcional, dirigido a mejorar la autonomía y calidad de vida de personas con discapacidades físicas, sensoriales o intelectuales. A través de programas de inclusión, educación y asistencia, estos voluntarios contribuyen a reducir las barreras sociales y fomentar una sociedad más accesible. De manera similar, el voluntariado para personas sin hogar permite a los participantes ofrecer apoyo práctico y emocional, ya sea mediante la distribución de alimentos y ropa o la asistencia para encontrar empleo y vivienda. Este tipo de voluntariado, que puede llevarse a cabo en albergues, comedores sociales o en la misma calle, tiene un impacto directo en la dignidad y el bienestar de las personas que reciben la ayuda.
Modalidades del voluntariado: presencial, remoto e internacional
Además del grupo beneficiario, otra dimensión del voluntariado social es la modalidad, que varía entre presencial, remoto e internacional. La modalidad presencial es la más común, con actividades en centros comunitarios, hospitales, residencias de ancianos o directamente en las calles y comunidades locales. No obstante, en los últimos años, el voluntariado remoto ha ganado popularidad gracias al avance de la tecnología, permitiendo que personas de distintas localizaciones puedan colaborar a través de Internet. Este tipo de voluntariado abarca tareas como asesoría en línea, ayuda con la gestión administrativa de organizaciones o diseño y redacción de contenidos. Es una opción ideal para quienes desean contribuir sin moverse de casa y apoyar en actividades que requieren habilidades técnicas o específicas.
Por otro lado, el voluntariado internacional, como el promovido por Oxfam Intermón, es una oportunidad para quienes desean tener una experiencia cultural profunda al tiempo que contribuyen en proyectos de desarrollo social en países en situación de pobreza o crisis. Este voluntariado permite trabajar directamente en proyectos que abarcan desde la asistencia sanitaria y el acceso a educación, hasta el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria en áreas desfavorecidas.
Tipos de voluntariado social según la actividad
Fundesplai y Oxfam Intermón destacan la diversidad de actividades que se pueden realizar en el voluntariado social, dependiendo de las necesidades del colectivo o del objetivo de la intervención. Entre las actividades más frecuentes se encuentran las de acompañamiento y apoyo emocional, como es el caso de los programas dirigidos a personas mayores o enfermas, donde el voluntario desempeña un papel clave al reducir la soledad y mejorar su bienestar emocional. Este tipo de actividades también incluye visitas periódicas a personas en hospitales o en sus domicilios, brindando un apoyo que va más allá de la asistencia práctica y que apunta a fortalecer el ánimo y la salud mental de los beneficiarios.
Otra actividad de gran relevancia es la formación, que se orienta tanto a menores como a personas adultas, incluyendo a migrantes y refugiados. En estos casos, el voluntariado puede consistir en la enseñanza de idiomas, el apoyo escolar para menores en situación de vulnerabilidad o la capacitación en habilidades laborales para adultos. Estas intervenciones tienen un valor duradero, ya que no solo ofrecen ayuda momentánea, sino que potencian el desarrollo de los individuos, fomentando su independencia y facilitando su inserción en la sociedad o en el mercado laboral. Por ejemplo, enseñar a una persona migrante el idioma del país de acogida puede ser clave para su integración y el acceso a derechos básicos, como la educación y el empleo.
Voluntariado en sectores específicos: desde la salud hasta la justicia social
El sector de la salud también tiene un peso significativo dentro del voluntariado social, con programas que se centran en el apoyo a personas con enfermedades graves o crónicas, como el cáncer, el VIH o el Alzheimer. Las actividades en este ámbito abarcan desde el acompañamiento en tratamientos y visitas hospitalarias hasta la sensibilización de la sociedad sobre estas enfermedades. Asimismo, el voluntariado en salud mental está en auge, abordando temas como la esquizofrenia o las adicciones, con el objetivo de reducir el estigma social y promover la inclusión de estas personas en la comunidad.
En paralelo, el voluntariado social en el ámbito de la justicia también ocupa un papel importante. Existen programas dedicados a la reinserción de personas reclusas o exreclusas, ofreciendo mentoría, formación y orientación laboral para facilitar su regreso a la vida en sociedad. Estos programas buscan reducir los índices de reincidencia al proporcionar un apoyo estructurado que ayude a los exreclusos a reconstruir sus vidas de manera productiva y a encontrar un lugar en su comunidad. La inclusión laboral y social no solo beneficia a quienes participan en estos programas, sino que también contribuye a una mayor seguridad y cohesión social en el entorno donde se integran.
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