Despidos polémicos en Microsoft tras protesta contra IA militar

Alberto Noriega     8 abril 2025     6 min.
Despidos polémicos en Microsoft tras protesta contra IA militar

Microsoft enfrenta críticas tras despedir empleados que protestaron contra sus vínculos con tecnología militar israelí durante su aniversario.

Dos ingenieras de software fueron despedidas por Microsoft tras interrumpir su evento del 50º aniversario para protestar por contratos militares con Israel. Los hechos ocurrieron en Redmond, Washington, donde las trabajadoras denunciaron públicamente el uso de la nube Azure para fines bélicos en Gaza. Afiliadas al colectivo “No Azure for Apartheid”, acusaron a la empresa de facilitar violaciones de derechos humanos y exigieron el fin de la colaboración con el ejército israelí. La reacción inmediata de la compañía, con despidos fulminantes, ha desatado un debate global sobre ética tecnológica, libertad de expresión y el papel de las grandes empresas en conflictos armados.

Microsoft despide a ingenieras por denunciar vínculos militares

La celebración del 50º aniversario de Microsoft terminó eclipsada por una protesta interna que expuso los vínculos de la compañía con usos militares de su tecnología. Durante el evento en Redmond, dos ingenieras interrumpieron ponencias clave para acusar a Microsoft de complicidad en violaciones de derechos humanos en Gaza. Ibtihal Aboussad lanzó una keffiyeh al escenario mientras señalaba directamente al CEO de IA, Mustafa Suleyman, por “vender armas de inteligencia artificial a Israel”. Más tarde, Vaniya Agrawal tomó la palabra en un panel donde estaban presentes Satya Nadella, Bill Gates y Steve Ballmer, exigiendo una ruptura inmediata de los contratos con el ejército israelí.

Ambas acciones, coordinadas y simbólicas, sacudieron la narrativa corporativa del evento y captaron la atención de medios internacionales como TechCrunch, ABC News y The Times of Israel. El grupo al que pertenecen, “No Azure for Apartheid”, denuncia que la plataforma Azure está siendo utilizada para labores de vigilancia, ataques con drones y operaciones militares que afectan a civiles en Gaza. “No queremos que nuestro trabajo sea usado para la guerra”, escribió Agrawal en un correo interno instando a más empleados a protestar o renunciar.

Despidos inmediatos, silencio oficial

Horas después de la protesta, ambas ingenieras fueron despedidas, lo que ha sido percibido como una señal de intolerancia corporativa hacia la disidencia ética. Aboussad fue informada de su despido en una videollamada con recursos humanos; Agrawal recibió un correo electrónico sin mediar conversación directa. Hasta ahora, Microsoft no ha emitido comentarios públicos sobre los despidos ni ha respondido a las múltiples solicitudes de la prensa, lo que ha generado aún más polémica.

Protest

Lo más llamativo es el contraste entre el gesto inicial de Suleyman, que respondió a la protesta diciendo “Gracias por su protesta, los escucho”, y la decisión de terminar el vínculo laboral con ambas trabajadoras pocas horas después. Esa aparente apertura al diálogo quedó rápidamente invalidada por una política disciplinaria que muchos consideran punitiva y desproporcionada.

La tensión entre activismo y empresa

Este caso se inscribe dentro de una creciente ola de activismo tecnológico. Desde Google hasta Amazon, decenas de empleados han protestado en los últimos años por contratos gubernamentales considerados éticamente problemáticos. En 2018, empleados de Google lograron que la empresa cancelara su participación en el controvertido Proyecto Maven del Pentágono. Amazon, por su parte, ha enfrentado revueltas internas por la venta de tecnología de reconocimiento facial a cuerpos policiales.

Sin embargo, la contundencia con la que Microsoft ha actuado ahora podría marcar un nuevo precedente: el fin de la tolerancia corporativa hacia las expresiones éticas internas. “Lo que antes generaba debates y negociaciones, ahora genera despidos fulminantes”, lamentó un ex-empleado de Google consultado por TechCrunch.

Reacción del entorno tecnológico y social

Desde que se conocieron los despidos, decenas de organizaciones de derechos humanos, académicos y empleados del sector han expresado su apoyo a las trabajadoras. En redes sociales, hashtags como #NoAzureForApartheid y #TechWontBeSilent han ganado tracción. Algunos ingenieros de otras grandes empresas han comenzado a firmar cartas abiertas exigiendo a Microsoft transparencia sobre sus contratos militares.

La presión también ha llegado desde dentro: empleados de menor rango y activistas digitales han comenzado a organizarse para exigir a la empresa una revisión ética independiente de sus colaboraciones con gobiernos y fuerzas armadas. Una encuesta reciente del Institute for Future Technologies muestra que el 67% de los trabajadores tecnológicos estaría dispuesto a renunciar si descubre que su trabajo es usado con fines militares sin supervisión ética.

Pexels Daniel Reynaga 337914704 26470913

Microsoft y sus vínculos con Israel

El contrato más polémico que vincula a Microsoft con el ejército israelí fue firmado en 2022, por valor de más de 1.000 millones de dólares, centrado en infraestructura de nube, inteligencia artificial y ciberseguridad. Aunque la empresa nunca ha confirmado públicamente los detalles, filtraciones internas y reportes independientes han señalado que la tecnología estaría siendo usada en sistemas de reconocimiento de objetivos, vigilancia y análisis predictivo de amenazas en la Franja de Gaza.

Organismos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han alertado sobre el uso de estas herramientas en contextos donde no existen mecanismos robustos de derechos humanos ni transparencia institucional. La participación de Microsoft en ese ecosistema ha sido calificada por estos organismos como “una zona gris ética con graves consecuencias humanitarias”.

Cultura corporativa bajo la lupa

Más allá del conflicto geopolítico, el caso pone en evidencia un problema estructural en la cultura empresarial tecnológica: la falta de mecanismos internos para canalizar preocupaciones éticas sin represalias. Ni Aboussad ni Agrawal recibieron advertencias previas ni oportunidades de presentar sus objeciones por vías formales, algo que ha sido criticado por expertos en gobernanza organizacional.

“Una empresa que invierte miles de millones en IA pero no tiene canales internos seguros para cuestionar su uso está condenada a decisiones opacas”, explicó Shoshana Zuboff, autora de La era del capitalismo de vigilancia. La ética no puede ser una nota al pie en los eventos corporativos; debe estar integrada en el ADN organizativo.

Cuando la inteligencia artificial pierde el rumbo

La historia de estas dos ingenieras despedidas no solo revela el rostro oculto de una gran empresa tecnológica, sino que también deja al descubierto el dilema profundo que enfrenta la industria en su conjunto: ¿puede la inteligencia artificial servir a la humanidad cuando sus dueños la usan para la guerra? La respuesta está aún por construirse, pero el caso de Microsoft demuestra que el camino hacia una tecnología ética no será fácil ni cómodo.

Lo más preocupante no es solo que se usen algoritmos para identificar objetivos militares, sino que los mismos trabajadores que diseñan estas herramientas no puedan decir “basta” sin perder su empleo. Cuando el miedo a ser despedido supera la responsabilidad moral, lo que está en juego ya no es solo la libertad de expresión, sino el rumbo entero de la innovación tecnológica.

En este contexto, el verdadero liderazgo no se medirá por las cifras de ventas o por la velocidad de implementación de nuevos productos, sino por la capacidad de las empresas para mirar de frente las consecuencias humanas de su tecnología. De lo contrario, los despidos de hoy serán la norma del mañana. Y la IA, lejos de prometernos un futuro más justo, será solo un arma más en manos de los poderosos.

Comentarios cerrados