Disputa en la UE: Alemania se opone a la propuesta de Italia de revisar anticipadamente la prohibición de coches a gasolina en 2035

Alberto Noriega     14 octubre 2024     5 min.
Disputa en la UE: Alemania se opone a la propuesta de Italia de revisar anticipadamente la prohibición de coches a gasolina en 2035

Alemania rechaza la propuesta de Italia de adelantar la revisión de la prohibición de coches de combustión en la UE para 2035. Las tensiones aumentan mientras Europa busca equilibrar competitividad y descarbonización.

Alemania ha rechazado la propuesta de Italia para adelantar la revisión de la prohibición de venta de coches con motores de combustión interna en la Unión Europea, prevista para 2035. La ministra de Medioambiente alemana, Steffi Lemke, aseguró que una revisión anticipada “reduciría los estándares y generaría incertidumbre en la industria”. Italia, preocupada por la competitividad del sector automotriz, aboga por un análisis previo para adaptarse a la transición, mientras que Alemania mantiene su apoyo firme a los objetivos de descarbonización.

El choque entre Alemania e Italia por los motores de combustión

La tensión entre Alemania e Italia refleja las diferencias dentro de la Unión Europea sobre el futuro del sector automotriz. Mientras Italia busca adelantar la revisión de la normativa que prohíbe la venta de coches con motores de combustión interna para 2035, Alemania ha dejado claro que no está dispuesta a ceder. La normativa actual, aprobada en marzo de 2023, obliga a que todos los nuevos coches vendidos en la UE sean de emisiones cero a partir de esa fecha, lo que prácticamente elimina los motores diésel y de gasolina del mercado en favor de los coches eléctricos.

Italia, liderada por su ministro de Industria Adolfo Urso, ha argumentado que esperar hasta 2026 para revisar la normativa es un riesgo para la competitividad del bloque. Urso afirmó que la falta de decisiones claras está inhibiendo inversiones clave, y advierte que Europa podría quedar rezagada frente a potencias como Estados Unidos. A medida que la demanda de coches eléctricos se desacelera en toda la región, las preocupaciones sobre la infraestructura de carga, los precios de la energía y el suministro de materias primas necesarias para fabricar vehículos eléctricos han llevado a algunos países, como Italia, a pedir una revisión anticipada de los objetivos.

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Penalizaciones y presión para las automotrices

El principal reto al que se enfrentan los fabricantes europeos es el cumplimiento de los estrictos límites de emisiones de CO2 que ya están en vigor. A partir de 2025, la media de emisiones de los nuevos coches vendidos deberá reducirse a 94 gramos de CO2 por kilómetro, frente a los 116g/km permitidos en 2024. Las multas por exceder esos límites son significativas: 95 euros por cada gramo de CO2 adicional por kilómetro y por cada coche vendido. Para los grandes fabricantes, las sanciones pueden alcanzar cientos de millones de euros si no logran cumplir con las metas de reducción de emisiones.

La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha instado a la Comisión Europea a adelantar la revisión de la normativa, argumentando que la infraestructura necesaria para impulsar las ventas de coches eléctricos, como más puntos de recarga y menores costos energéticos, aún no está completamente disponible. Sin embargo, Alemania ha rechazado este llamado, defendiendo la necesidad de mantener los compromisos para asegurar una transición efectiva hacia una industria de bajas emisiones.

La resistencia alemana y la apuesta por la descarbonización

Alemania, siendo uno de los principales motores industriales de Europa, ha optado por mantener su firmeza en los objetivos climáticos del bloque, asegurando que no se comprometerán los estándares de descarbonización acordados. Steffi Lemke, ministra de Medioambiente alemana, dejó claro que su gobierno no apoyará una revisión anticipada que podría suavizar las metas de reducción de emisiones de CO2. Para Berlín, alterar el cronograma acordado generaría incertidumbre en la industria automotriz, justo en un momento crítico de la transición hacia la producción de coches eléctricos.

El argumento de Alemania se centra en la necesidad de estabilidad regulatoria para que las automotrices puedan planificar inversiones a largo plazo y cumplir con los objetivos establecidos. Cualquier cambio en las reglas del juego podría desincentivar los esfuerzos actuales de investigación y desarrollo en tecnologías limpias, como las baterías de próxima generación y la electrificación masiva. Alemania, que alberga a gigantes automovilísticos como Volkswagen, BMW y Mercedes-Benz, se encuentra en un punto clave para liderar la transición hacia una movilidad más sostenible y electrificada, y no está dispuesta a retrasar este proceso.

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Italia, por su parte, sostiene que el contexto global ha cambiado y que es necesario adaptarse rápidamente para no perder competitividad. El ministro italiano Adolfo Urso ha insistido en que Europa debe ser flexible y revisar sus objetivos antes de 2026, subrayando que los fabricantes de coches europeos enfrentan una mayor competencia internacional y que un retraso en la toma de decisiones podría afectar negativamente la inversión en la región. Urso ha señalado que si la Unión Europea no actúa con rapidez, podría verse rezagada en la carrera por dominar el mercado global de vehículos eléctricos y sostenibles.

El camino hacia 2035 y el futuro de la industria automotriz

A medida que se acerca el 2035, la industria automotriz europea se encuentra en una encrucijada. La transición hacia los coches eléctricos no solo implica la adopción de nuevas tecnologías, sino también la necesidad de resolver problemas estructurales, como la infraestructura de recarga y la disponibilidad de materias primas esenciales para la producción de baterías. Aunque los objetivos de emisiones cero parecen ambiciosos, la realidad es que, sin las inversiones adecuadas y el respaldo de políticas coherentes, las dificultades podrían ralentizar el ritmo de esta transformación.

La Comisión Europea ha programado una revisión para 2026 que analizará los avances tecnológicos en los coches híbridos y eléctricos, así como su capacidad para cumplir con las exigencias del mercado y las metas de sostenibilidad. Sin embargo, la presión para adelantar esa revisión refleja las tensiones entre los países que temen perder competitividad y aquellos, como Alemania, que apuestan por mantener un enfoque a largo plazo para consolidar una industria automotriz más limpia.

El futuro de los motores de combustión en la Unión Europea parece estar sellado, pero las discusiones sobre cómo lograr una transición equilibrada y justa continúan. Las políticas de movilidad sostenible, las innovaciones tecnológicas y la cooperación internacional serán claves en este proceso, y lo que está en juego no solo es el liderazgo de Europa en la industria automotriz, sino también su capacidad para cumplir con los objetivos climáticos globales.

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