«El agua barata nos hace usarla como si fuera gratis” expertos advierten una crisis hídrica global

Alberto Noriega     18 septiembre 2024     5 min.
«El agua barata nos hace usarla como si fuera gratis” expertos advierten una crisis hídrica global

El biólogo Fernando Valladares advierte sobre la crisis del agua, agravada por el cambio climático y el uso desmedido. Conciencia y acción son claves para preservar este recurso.

La escasez de agua es una realidad cada vez más preocupante en numerosas regiones del mundo. Según el biólogo Fernando Valladares, esta crisis se ve agravada por el uso desmedido y la falta de conciencia sobre la importancia de este recurso natural. En el podcast de ‘Futuro Sostenible’, Valladares advierte sobre los peligros del consumo excesivo de agua, exacerbados por el bajo costo del suministro, lo que lleva a un uso irresponsable. Las sequías, provocadas en parte por el cambio climático, ya afectan a un tercio de la humanidad y, según el científico, son la causa de la mitad de los desplazamientos migratorios actuales.

Las sequías, el mayor reto ambiental del siglo

Fernando Valladares sostiene que las sequías se han convertido en una de las principales amenazas para la supervivencia en muchas partes del mundo. Actualmente, una de cada tres personas carece de acceso suficiente al agua, una situación que se agrava con el cambio climático. Regiones enteras, como África Subsahariana o partes de Asia y el Mediterráneo, enfrentan desertificación acelerada, un fenómeno que afecta ya a una cuarta parte de la superficie terrestre. Esta degradación ambiental está directamente relacionada con la escasez de agua, lo que genera una presión cada vez mayor sobre los recursos disponibles.

El experto destaca que el 80% del agua en zonas mediterráneas se destina a la agricultura de regadío, a pesar de contar con cultivos como olivos o almendros, adaptados a soportar la sequía. Valladares apunta que es esencial reconfigurar la gestión de los recursos hídricos para evitar que este desequilibrio comprometa aún más la disponibilidad de agua potable para la población. La solución, según el biólogo, no radica en tratar de luchar contra la sequía, sino en adaptarse a ella mediante un uso más responsable del agua. Las actividades de ocio, industriales y agrícolas que consumen agua de manera desmedida deben subordinarse a las necesidades esenciales, como el abastecimiento doméstico y la preservación de los ecosistemas.

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El impacto del uso excesivo del agua en el planeta

La extracción masiva de agua subterránea también tiene consecuencias inesperadas. Valladares advierte que este uso desmedido está afectando incluso el eje de inclinación de la Tierra. La redistribución del agua ha cambiado el centro de gravedad del planeta, lo que influye en su rotación y modifica la duración del día, aunque de forma mínima. Este fenómeno es un recordatorio de cómo la actividad humana impacta de formas profundas y muchas veces inadvertidas en el equilibrio natural de la Tierra.

A pesar de estos efectos, la percepción general del agua sigue siendo la de un recurso inagotable y barato. Valladares subraya que el precio del agua es uno de los factores que incentivan un consumo irresponsable. Mientras otros suministros, como la electricidad, tienen un costo elevado que induce a su uso racional, el agua sigue siendo barata, lo que genera una falsa sensación de abundancia. El científico señala que abrir un grifo y tener agua es «un milagro», una visión que debería cambiar la forma en que valoramos este recurso.

Cómo el consumo cotidiano agrava la crisis del agua

El consumo de agua a nivel doméstico también es una pieza clave para comprender la crisis hídrica. Aunque en regiones como el centro de España este representa solo el 10% del consumo total, Valladares insiste en la importancia de concienciar a la población sobre el uso responsable del agua en las actividades diarias. «Cerrar el grifo, reducir el tiempo de la ducha o evitar lavar el coche innecesariamente son gestos pequeños que, si se multiplican, marcan la diferencia», señala el biólogo. Estos hábitos no solo son útiles para mitigar el impacto del consumo directo de agua, sino también para reducir el uso de otros recursos cuya producción está estrechamente vinculada al agua, como la ropa o los electrodomésticos.

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Valladares introduce un concepto fundamental para entender esta interrelación: la huella hídrica de los productos. Por ejemplo, producir un kilo de aguacates requiere unos 1.700 litros de agua, un dato que evidencia el peso del consumo de alimentos en la crisis hídrica. A esto se suma el costo ambiental de transportar estos productos desde regiones distantes, aumentando su huella de carbono. Este enfoque invita a reflexionar sobre la necesidad de cambiar la dieta y los hábitos de consumo para reducir el desperdicio de agua y minimizar su huella en la cadena de producción.

La responsabilidad compartida en la gestión del agua

Para abordar la crisis hídrica desde una perspectiva más amplia, Valladares subraya la importancia de la conciencia política y social. Las decisiones individuales tienen un impacto, pero las políticas públicas y la gestión a gran escala son determinantes. «Mira a quién votas y qué compras», insta el experto, recordando que las políticas ambientales y la regulación de los recursos naturales dependen de los líderes elegidos. En este sentido, aboga por apoyar a quienes prioricen la protección del agua frente a otros intereses económicos.

Asimismo, las etiquetas de los productos pueden ofrecer información valiosa para los consumidores conscientes. Valladares resalta que elegir productos locales y de bajo impacto hídrico no solo beneficia al medio ambiente, sino también a la economía local. Además, cambiar los sistemas de riego por técnicas más eficientes, como el riego por goteo, o reducir el consumo de agua en jardines y espacios recreativos son pasos necesarios para asegurar la disponibilidad de agua en el futuro.

La toma de conciencia sobre la importancia del agua como recurso finito y vital es, según Valladares, uno de los retos más urgentes de la humanidad. El cambio climático y el uso desmedido del agua están acelerando la escasez, pero con políticas adecuadas y decisiones informadas por parte de los ciudadanos, aún es posible frenar las consecuencias más devastadoras.

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