Estados progresistas en Estados Unidos: El nuevo bastión del clima en la era Trump 2.0

Alberto Noriega     9 diciembre 2024     4 min.
Estados progresistas en Estados Unidos: El nuevo bastión del clima en la era Trump 2.0

Con un retroceso climático esperado bajo Trump, estados progresistas como Washington y California lideran la lucha por reducir emisiones y proteger el medioambiente.

En medio de un retroceso climático federal bajo una segunda administración de Trump, estados como Washington, California y Nueva York refuerzan sus compromisos ambientales. Mientras Washington preserva su sistema de cap-and-invest, California continúa invirtiendo en energía limpia y justicia climática. Estas acciones estatales se vuelven cruciales para contrarrestar el impulso hacia los combustibles fósiles y el debilitamiento de las regulaciones ambientales a nivel federal.

Washington: un modelo de resistencia climática

En una victoria para la acción climática estatal, Washington rechazó por amplio margen la Iniciativa 2117, que buscaba desmantelar su programa de cap-and-invest. Este sistema, implementado bajo la Ley de Compromiso Climático de 2021, obliga a las grandes industrias a comprar créditos por sus emisiones, con un límite que disminuye gradualmente para cumplir objetivos ambiciosos: reducir emisiones en un 45 % para 2030 y un 95 % para 2050.

El programa ya ha generado $3.2 mil millones en ingresos, destinados a proyectos como la electrificación del transporte público, infraestructura de carga para vehículos eléctricos y restauración de áreas afectadas por incendios. Además, ha evitado emisiones equivalentes a retirar 45,000 coches de circulación durante un año. La sólida campaña estatal para preservar el programa demostró el respaldo popular a las políticas climáticas, incluso en áreas rurales y conservadoras.

California: liderazgo climático con enfoque en justicia

Como pionero en la acción climática estatal, California sigue liderando con su programa de Cap-and-Trade, que cubre el 80 % de las emisiones estatales y ha generado $11 mil millones desde 2014. Estos fondos han impulsado miles de proyectos, desde transporte público limpio hasta mitigación de incendios, beneficiando a comunidades vulnerables que enfrentan riesgos climáticos desproporcionados.

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El impacto del programa es tangible: en una década, se han reducido 109 millones de toneladas métricas de CO₂ y mejorado la calidad del aire, evitando más de 1,000 muertes prematuras. Además, ha creado 29,000 empleos en sectores clave como energías renovables y restauración ambiental. Mientras Trump amenaza con desmantelar regulaciones federales, California fortalece su compromiso, demostrando que la acción climática es compatible con el desarrollo económico.

Nueva York: políticas innovadoras para el futuro

Nueva York también se posiciona como un bastión climático, avanzando en la implementación de un sistema estatal de cap-and-invest. La gobernadora Kathy Hochul revivió recientemente un plan de peajes por congestión en la ciudad de Nueva York, con el objetivo de reducir emisiones vehiculares, mejorar la calidad del aire y financiar el transporte público.

Además, como miembro de la Iniciativa Regional de Gases de Efecto Invernadero (RGGI), Nueva York trabaja en conjunto con otros 10 estados del este para reducir emisiones del sector energético mediante límites estrictos y subastas de créditos de carbono. Estas iniciativas consolidan el papel del estado en la transición hacia una economía baja en carbono, incluso frente a un entorno federal hostil.

El desafío de una segunda administración Trump

El regreso de Trump a la Casa Blanca supone un grave retroceso para la acción climática nacional. Con mayorías republicanas en el Congreso, se esperan desmantelamientos de políticas como el Acta de Reducción de la Inflación y un segundo retiro del Acuerdo de París. También se anticipan permisos para más oleoductos, perforación en áreas protegidas como el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico y la eliminación de estándares de eficiencia energética.

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Los impactos de estas políticas no solo desacelerarán el progreso de EE. UU., sino que también podrían inspirar a otros grandes emisores a seguir un camino similar, poniendo en riesgo los esfuerzos globales para limitar el calentamiento a 1.5 °C. La presión sobre los estados progresistas para mantener el liderazgo climático es ahora más alta que nunca.

El poder de los estados frente al vacío federal

La capacidad de los estados para actuar de forma independiente en temas climáticos subraya el federalismo como un pilar crucial en la lucha contra el cambio climático en Estados Unidos. Iniciativas como las de California y Washington muestran que los estados pueden establecer normas más estrictas y sistemas innovadores para reducir emisiones, incluso en ausencia de liderazgo federal. Esta autonomía no solo mitiga los impactos de políticas nacionales regresivas, sino que también sirve como laboratorio de soluciones climáticas que pueden replicarse a nivel nacional e internacional, reforzando la resiliencia del país frente a desafíos globales.

Un faro de esperanza estatal

Aunque el panorama federal luce sombrío, los estados progresistas demuestran que la acción climática no depende exclusivamente del gobierno central. Desde Washington hasta Nueva York, los gobiernos estatales están fortaleciendo políticas climáticas ambiciosas, promoviendo la innovación y protegiendo a las comunidades más vulnerables.

En esta era de retroceso federal, las acciones de estos estados no solo ofrecen un modelo para otros, sino que también envían un mensaje claro: el compromiso con el clima y el desarrollo sostenible sigue vivo, y los estados están listos para liderar el camino hacia un futuro más resiliente y limpio.

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