Geoingeniería oceánica, una esperanza frente al cambio climático
Convertir el CO2 en roca… y hundirlo en el mar. Parece de ciencia ficción, pero es un proyecto real basado en la meteorización de la lluvia utilizando un mineral de roca volcánica.
La geoingeniería oceánica ha emergido como un campo de estudio y experimentación que busca aprovechar el poder de los océanos para absorber el exceso de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y mitigar los efectos del cambio climático. Tom Green, un biólogo británico y director de la organización benéfica Project Vesta, lidera un proyecto ambicioso que tiene como objetivo convertir el CO2 atmosférico en roca y hundirla en el lecho marino. La idea central es depositar en el océano arena de olivino, una roca volcánica abundante conocida como peridoto en el mundo de la joyería, algo que según los cálculos de Green, sería suficiente para capturar el 100% de las emisiones anuales de carbono a nivel mundial si se implementa en el 2% de las líneas costeras del planeta.
El poder de la meteorización
Este proyecto se basa en un proceso natural llamado meteorización. Cuando la lluvia entra en contacto con rocas volcánicas como el olivino, se inicia una reacción química que absorbe el dióxido de carbono de la atmósfera. Posteriormente, este carbono se integra en el océano, donde es utilizado por organismos marinos, como corales y animales que producen conchas, cuyos restos se depositan en el fondo marino, contribuyendo a la formación de la piedra caliza.
El olivino, el protagonista de Projecto Vesta, se caracteriza por su capacidad de meteorización rápida. Green sugiere que al permitir que las corrientes oceánicas agiten el olivino, este se disolverá de manera más eficiente, lo que permitirá que el proceso de meteorización ocurra en una escala de tiempo relevante para los seres humanos. Además, el olivino no es un mineral raro y se puede encontrar en playas de las Islas Galápagos y Hawái, donde la arena es rica en olivino.
Un camino prometedor
El concepto de utilizar el océano para absorber el exceso de carbono no es tan descabellado como podría parecer. El agua del océano tiene la capacidad de retener 150 veces más CO2 que el aire por unidad de volumen. Según Green, hasta ahora, el océano ha absorbido aproximadamente el 30% del exceso de dióxido de carbono que la sociedad ha emitido. Esto respalda la idea de que el océano puede desempeñar un papel crucial en la lucha contra el cambio climático.
Green y su equipo se preparan para poner a prueba su proceso en dos ensayos. Sin embargo, aún quedan muchas incógnitas por resolver ya que nos sólo se trata de saber si será efectivo o no, sino sobre todo, si puede haber efectos secundarios no previstos. La química involucrada es compleja y el proceso natural de meteorización se aceleraría a un ritmo antinatural.
Desafíos de la captura de carbono en tierra firme
Aumentar la captura de carbono de manera natural en tierra, como mediante la plantación de árboles, no será suficiente para detener el calentamiento global. Para eliminar las emisiones industriales de Europa, sería necesario convertirla en un inmenso bosque primitivo, algo que no sería ni viable ni una solución suficiente por sí sola. Por eso hay tantos proyectos abiertos de captación y neutralización de CO2. De hecho, a escasa distancia del Proyecto Vesta otros ingenieros han desarrollado una máquina que imita la formación de conchas marinas. Denominada reactor de flujo, esta máquina succiona agua de mar y, mediante una carga eléctrica, la alcaliniza, lo que desencadena una reacción del CO2 con el magnesio y el calcio del agua de mar, produciendo piedra caliza y magnesita.
Posteriormente, agua luego puede fluir ya desprovista de su CO2 capturado y vuelve a esta lista para absorber más. Además, lo positivo es el subproducto que se obtiene de este proceso: hidrógeno, el cual también se puede utilizar como combustible. En realidad, este enfoque se asemeja bastante al uso de olivino y mediante este proceso se podrían eliminar eliminar entre 10 y 20 gigatoneladas de CO2 de la atmósfera, comenzando en 2050, aunque su equipo de ingería también reconocer que construir toda la maquinaria lo suficientemente grande para lograrlo sería un desafío monumental como podrían serlo, en el pasado, las construcción de las pirámides egipcias.
A medida que el mundo se prepara para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), es importante debatir y evaluar estos enfoques con un espíritu de colaboración y responsabilidad. La geoingeniería oceánica presenta desafíos y riesgos significativos, pero también ofrece la esperanza de que la humanidad pueda seguir encontrando nuevas vías hacia un futuro más sostenible.
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