La IA puede ser el arma secreta de Europa ante el riesgo climático
La IA mejora la precisión de las alertas climáticas en Europa, pero las inundaciones siguen causando estragos. Urge más inversión en infraestructura y comunicación.
Las lluvias torrenciales que azotaron Europa Central en septiembre de 2024, causando miles de millones de euros en daños, se habían previsto con precisión gracias a modelos meteorológicos impulsados por inteligencia artificial. Sin embargo, como quedó dolorosamente claro en los días posteriores, anticipar el desastre no siempre es suficiente para evitarlo. A pesar de los avances en la predicción de fenómenos meteorológicos extremos, la magnitud de las inundaciones sorprendió tanto a ciudadanos como a las autoridades. Este escenario plantea un desafío para la gestión de riesgos climáticos: aunque las herramientas de inteligencia artificial están mejorando, la preparación y respuesta de los gobiernos aún deja mucho que desear.
IA y el reto de las predicciones climáticas
Uno de los ejemplos más destacados es el sistema de predicción del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo (ECMWF), que utiliza la plataforma AIFS (Sistema Integrado de Pronósticos con IA). Esta herramienta, implementada en 2024, puede generar predicciones detalladas y de largo plazo sobre eventos como ciclones e inundaciones. En el caso de las lluvias que afectaron a Polonia y Alemania en septiembre, el ECMWF había pronosticado con precisión entre 300 y 400 milímetros de lluvia. Sin embargo, como señala Shruti Nath, investigadora en la Universidad de Oxford, aunque los modelos meteorológicos capturen estos eventos poco comunes, sigue habiendo un grado razonable de incertidumbre sobre sus efectos. Este desfase entre previsión y respuesta subraya la importancia de traducir los datos en acciones efectivas para mitigar el impacto de fenómenos extremos.
La barrera de la comunicación
Aunque las predicciones fueron correctas, la falta de una comunicación efectiva entre las instituciones y la ciudadanía fue uno de los grandes fallos. Nath destaca que, incluso con modelos de IA avanzados, el verdadero reto es comunicar la gravedad de los eventos de manera que las personas comprendan el riesgo real. La IA puede prever la magnitud de las lluvias, pero es igualmente importante que los responsables de emergencias y los gobiernos puedan comunicar con claridad las medidas necesarias para evitar una catástrofe. La diferencia entre actuar o no ante un desastre climático a menudo reside en la percepción del riesgo, y este sigue siendo un desafío en muchas partes de Europa.
Este problema no es exclusivo de los recientes desastres en Europa Central. En todo el continente, la adaptación al cambio climático y a los riesgos asociados con fenómenos como las inundaciones sigue siendo insuficiente, a pesar de las advertencias de organismos como la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés). Un reciente informe de la EEA advierte que los países europeos no están adaptándose lo suficientemente rápido a la realidad de un clima en constante cambio, lo que deja a muchas comunidades expuestas a futuros desastres.
Europa frente a un riesgo creciente
Las inundaciones en Europa no son un fenómeno nuevo, pero lo que está cambiando es la frecuencia y la intensidad de estos eventos debido al cambio climático. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, sequías e inundaciones, serán cada vez más comunes incluso en los escenarios más optimistas de calentamiento global. Tras las inundaciones de septiembre, Janez Lenarčič, comisario europeo de gestión de crisis, enfatizó que lo que antes eran sucesos «una vez en la vida», ahora están ocurriendo de forma casi anual. Este cambio drástico está poniendo a prueba la capacidad de respuesta de los gobiernos europeos, que se ven superados tanto por la falta de preparación como por la falta de inversión en infraestructuras capaces de mitigar estos riesgos.
Un problema clave es que muchas ciudades y regiones de Europa siguen desarrollándose en áreas propensas a inundaciones, lo que agrava la situación. En lugar de limitar la construcción en zonas de alto riesgo o implementar soluciones físicas como áreas de almacenamiento de agua, las autoridades han permitido que el desarrollo continúe sin mayores restricciones. Esto, según expertos como Friederike Otto, profesora del Imperial College de Londres, es una señal de que los gobiernos aún no están tomando en serio las implicaciones a largo plazo del cambio climático. Otto subraya que, mientras el mundo siga utilizando combustibles fósiles, los fenómenos meteorológicos extremos seguirán intensificándose, lo que pone en riesgo tanto a las personas como a las infraestructuras.
Tecnología avanzada, falta de inversión
A pesar de los avances tecnológicos que están mejorando las predicciones climáticas, los expertos señalan que Europa aún se queda atrás en la implementación de estas herramientas. Jonas Torland, cofundador de la empresa noruega 7Analytics, que utiliza modelos de IA para predecir inundaciones y deslizamientos de tierra, sostiene que en muchos países europeos, las autoridades no están invirtiendo lo suficiente en soluciones avanzadas. En contraste, en países como Estados Unidos, la gestión del riesgo ambiental cuenta con una mayor cantidad de recursos y una mejor integración de los modelos predictivos en la toma de decisiones. Torland apunta a que, aunque la IA es una parte crucial de estos modelos, los gobiernos europeos tienden a depender de sus proveedores de datos tradicionales y no están actualizando sus sistemas a las capacidades más recientes.
Además, el procesamiento de datos meteorológicos mediante IA requiere de un inmenso poder computacional. Por ejemplo, los modelos que usa 7Analytics para predecir inundaciones utilizan una cuadrícula de 1 metro cuadrado para ofrecer predicciones detalladas, lo que requiere una cantidad de tiempo y recursos considerablemente mayor que los modelos menos precisos. Estos cálculos no solo son más costosos en términos de tiempo y energía, sino que también contribuyen al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que paradójicamente añade al problema que buscan resolver. A largo plazo, este desafío también subraya la necesidad de que las grandes empresas tecnológicas inviertan en fuentes de energía sostenibles para sus centros de datos, algo que compañías como Google y Microsoft ya están explorando mediante el uso de energía nuclear para alimentar sus operaciones.
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