Kamala Harris da la espalda a los coches eléctricos en medio de preocupaciones electorales

Alberto Noriega     8 octubre 2024     5 min.
Kamala Harris da la espalda a los coches eléctricos en medio de preocupaciones electorales

Kamala Harris ajusta su postura sobre los coches eléctricos a medida que las críticas y las preocupaciones sobre los mandatos de EV aumentan en estados clave como Michigan.

Kamala Harris, quien en 2019 impulsaba agresivamente los coches eléctricos, ahora suaviza su postura de cara a las elecciones presidenciales de 2024. La vicepresidenta busca distanciarse de la idea de un «mandato de coches eléctricos» en respuesta a las preocupaciones crecientes de los votantes en estados clave como Michigan, donde la economía automotriz y la incertidumbre sobre el futuro del sector juegan un papel crucial.

Harris se aleja del mandato de coches eléctricos

En los últimos meses, Kamala Harris ha cambiado significativamente su postura respecto a los coches eléctricos, un tema que había defendido de forma firme cuando lanzó su primera candidatura presidencial en 2019. En aquel entonces, la hoy vicepresidenta abogaba por imponer regulaciones estrictas que obligarían a que todos los coches nuevos vendidos en Estados Unidos fueran de cero emisiones para el año 2035. Sin embargo, a medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2024, Harris ha comenzado a suavizar esa posición, especialmente en estados donde la industria automotriz tiene un peso importante, como Michigan.

El giro no es casual. Con el descenso de la demanda de coches eléctricos y las críticas que provienen tanto de los consumidores como de la campaña de Donald Trump, Harris parece estar tomando una posición más cautelosa. Las preocupaciones en torno al mandato de vehículos eléctricos han generado un fuerte debate en Michigan, un estado clave donde muchos ciudadanos dependen de la industria automotriz y temen que la transición acelerada a los coches eléctricos pueda significar pérdida de empleos y afectaciones económicas. La campaña de Trump ha sabido capitalizar este descontento, tachando los esfuerzos de electrificación como un lujo para las élites y advirtiendo que podría dejar al sector estadounidense a merced de la competencia china.

Un mandato disimulado

La administración de Joe Biden había presentado este mismo año un plan que buscaba reducir las emisiones de CO2 de manera tan agresiva que, en la práctica, aceleraba el fin de los motores de combustión interna en los coches. Aunque el gobierno insistió en que no se trataba de un «mandato de coches eléctricos», la realidad es que las proyecciones apuntaban a que, para 2032, solo el 30% de las ventas de coches nuevos podrían ser de vehículos a gasolina, forzando así una transición masiva hacia los coches eléctricos. El problema es que, hasta ahora, los coches eléctricos representan menos del 10% de las ventas, lo que refleja el lento avance en la adopción de estos vehículos entre los consumidores.

Tesla Cybertruck Ground Clearence

El mensaje ambiguo de la administración de Biden y Harris sobre los coches eléctricos ha generado incertidumbre, especialmente entre los fabricantes y los trabajadores del sector automotriz. El mandato de facto exigía a las compañías reducir drásticamente la producción de coches de combustión interna, lo que, según muchos críticos, podría poner en riesgo miles de empleos en un momento en el que las automotrices están luchando por financiar la transición hacia la producción de coches eléctricos.

El factor Michigan

El estado de Michigan es un punto clave en esta discusión. La economía de la región está profundamente ligada a la producción de coches, y tanto Harris como Biden han tenido que ajustar su discurso para evitar alienar a los votantes. La estrategia parece estar centrada en resaltar los beneficios que la transición hacia los coches eléctricos podría traer a la economía del estado, incluyendo la creación de nuevos empleos en la industria de energías limpias. Sin embargo, estos argumentos no han sido suficientes para calmar las preocupaciones de muchos trabajadores y ejecutivos de la industria que temen que los empleos generados por la producción de coches eléctricos sean menos numerosos y de menor calidad que aquellos que se perderán en el proceso.

Los demócratas se han visto en la necesidad de confrontar la creciente percepción de que están imponiendo un mandato que los votantes no desean. En un intento por mitigar el impacto de estas críticas, Harris ha declarado que no apoya un mandato de coches eléctricos y que su administración simplemente busca ofrecer incentivos para que más estadounidenses opten por ellos. La Ley de Reducción de la Inflación, aprobada en 2022, proporcionó subsidios y créditos fiscales para la compra de coches eléctricos, pero hasta ahora el impacto ha sido limitado, ya que las ventas no han alcanzado los niveles esperados.

Un cambio de narrativa

Mientras la campaña de Harris intenta ajustarse a la realidad de un electorado que se muestra reticente a los cambios radicales en el sector automotriz, Trump ha aprovechado la oportunidad para presentarse como el defensor de los trabajadores de la industria. Su mensaje es claro: los coches eléctricos son una opción más, no una imposición. Promete mantener la variedad de opciones en el mercado, permitiendo que convivan los coches a gasolina, los híbridos y los eléctricos.

Tesla Giga Laboratory 1

Es en este punto donde Harris ha intentado distanciarse de su postura inicial. Durante sus primeros años en el Senado, la entonces senadora por California co-patrocinó una ley que buscaba exigir que el 50% de los coches nuevos vendidos en Estados Unidos fueran de cero emisiones para el año 2030. En su campaña presidencial de 2019, llegó incluso a proponer la eliminación del filibusterismo en el Senado para poder aprobar una versión del Green New Deal que incluía estas medidas. Hoy, sin embargo, su discurso es mucho más moderado, reflejando la creciente presión tanto de votantes como de la industria.

Entre la sostenibilidad y la realidad

A medida que Harris ajusta su posición para atraer a los votantes de estados clave como Michigan, queda claro que el tema de los coches eléctricos seguirá siendo un punto de conflicto en las elecciones de 2024. La narrativa ha cambiado: de un impulso decidido hacia la electrificación total a un enfoque más cauteloso, que intenta equilibrar los beneficios económicos y ambientales con la realidad del mercado y las preocupaciones de los trabajadores.

La pregunta que queda en el aire es si los votantes estarán dispuestos a aceptar una transición tan radical o si exigirán una alternativa que, como promete Trump, mantenga todas las opciones sobre la mesa.

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