Microplásticos en los alimentos: La verdad detrás del fenómeno de los plásticos azules

Alberto Noriega     13 diciembre 2024     4 min.
Microplásticos en los alimentos: La verdad detrás del fenómeno de los plásticos azules

Microplásticos azules en alimentos congelados generan alarma en redes sociales. El envasado alimentario podría ser clave en esta contaminación.

En 2024, mensajes en redes sociales alertaron sobre plásticos azules encontrados en alimentos congelados, como pescados y croquetas. Aunque la Agencia Española de Seguridad Alimentaria descartó una alerta sanitaria, expertos confirman que los microplásticos, provenientes del envasado, el procesamiento y el mar, ya forman parte de nuestra dieta diaria. Mientras las investigaciones sobre su impacto en la salud avanzan lentamente, la comunidad científica advierte que esta contaminación es más profunda y compleja de lo que parece.

Microplásticos azules: el rastro de la contaminación

Las imágenes de plásticos azules encontrados en alimentos congelados como pescado y croquetas se viralizaron a principios de 2024, reabriendo el debate sobre la contaminación alimentaria. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), estos casos son puntuales y no implicaron riesgos sanitarios inmediatos. Sin embargo, detrás de estos fragmentos visibles se oculta un problema más profundo: los microplásticos invisibles que contaminan la mayoría de los alimentos procesados.

Ethel Eljarrat, investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), explica que los microplásticos llegan a los alimentos por tres vías principales: la contaminación ambiental, los procesos industriales y los envases. En el caso de los plásticos azules, su uso en materiales de envasado es intencionado para facilitar su detección durante el procesamiento. A pesar de estas precauciones, las trazas del material pueden filtrarse en los productos, especialmente durante manipulaciones como el corte o la cocción.

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¿Cuánto plástico ingerimos?

Diversos estudios destacan el impacto de los microplásticos en nuestra dieta. Una investigación de la American Chemical Society calcula que un estadounidense promedio consume entre 39,000 y 52,000 partículas de plástico al año, dependiendo de su dieta y estilo de vida. Otros estudios sugieren que el agua embotellada es una fuente importante de estas partículas, con una concentración hasta 25 veces mayor que el agua del grifo.

Entre los alimentos más afectados por los microplásticos están los productos del mar, como pescados, moluscos y crustáceos, que acumulan partículas al ingerirlas en sus hábitats. Además, investigaciones recientes han señalado que incluso alimentos no marinos, como carnes o productos ultraprocesados, contienen rastros de plástico debido al contacto con materiales de envasado y equipos industriales. No obstante, la AESAN advierte que los datos disponibles sobre microplásticos en alimentos siguen siendo insuficientes para determinar con exactitud su nivel de presencia y sus riesgos para la salud.

El reto científico y las consecuencias para la salud

El estudio de los microplásticos en alimentos enfrenta importantes desafíos metodológicos. Como señala Eljarrat, no existe aún una técnica estandarizada para medir su presencia en matrices complejas como alimentos o tejidos humanos. Además, los microplásticos varían en tamaño, forma y composición, lo que complica su análisis. A pesar de estas limitaciones, la comunidad científica ha encontrado evidencia de que ingerimos cantidades significativas de estas partículas, algunas de las cuales pueden permanecer en nuestro organismo.

Más preocupante aún es el impacto químico de los aditivos presentes en los plásticos. Un estudio reciente publicado en Nature identificó más de 4,200 compuestos químicos utilizados en la industria del plástico como potencialmente dañinos para la salud humana. Además de los riesgos físicos, como obstrucciones, estas sustancias podrían contribuir a enfermedades cardiovasculares o incluso aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer.

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Innovación y soluciones frente a un desafío global

A pesar del panorama alarmante, ya existen soluciones en desarrollo para abordar este problema. Empresas como Captoplastic han diseñado tecnologías para capturar y eliminar microplásticos del agua mediante sistemas de aglomeración reutilizables. Estas innovaciones no solo son efectivas, sino también sostenibles, al alinearse con principios de economía circular y residuo cero.

Además, se está explorando el uso de materiales alternativos, como envases comestibles o biodegradables, para reducir la dependencia del plástico. La educación y la concienciación también juegan un papel crucial: entender cómo el plástico afecta nuestra salud y el medioambiente es el primer paso para impulsar cambios en las políticas de consumo y producción.

La lucha contra los microplásticos requiere una combinación de avances tecnológicos, regulaciones estrictas y hábitos de consumo responsables. Aunque el camino es largo, cada paso cuenta para garantizar un futuro donde los alimentos sean tan limpios como saludables.

Repensar el consumo: un cambio necesario

Más allá de las soluciones tecnológicas, es imprescindible repensar nuestro modelo de consumo. Reducir el uso de plásticos en la vida cotidiana no solo es una medida personal, sino un mensaje claro a las industrias para adoptar prácticas más sostenibles. Optar por productos con envases reutilizables, apoyar a empresas que priorizan materiales biodegradables y fomentar políticas públicas que penalicen la contaminación plástica son pasos esenciales. El cambio debe ser estructural y colectivo, porque la contaminación por plásticos no afecta solo a nuestra salud, sino también a los ecosistemas que sustentan la vida en el planeta.

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