Model A: ¿es un coche, es un avión, es un Tesla? Es un coche que vuela… y viceversa
Es, sencillamente, un coche eléctrico volador. Te mostramos en video las características de su carrocería, una de las piezas clave para que este vehículo desarrollado por Alef Aeronautics pueda surcar los aires.
No sólo como próximo paso hacia la movilidad individual, sino como medio de transporte de emergencia e intervención para llegar de la forma más rápida posible allí donde se necesita urgentemente la ayuda del ser humano, como por ejemplo, operaciones de servicios médicos, el coche volador se ha convertido en el próximo reto. Una carrera llena de obstáculos pero que cada vez se encuentra más cerca del despegue vertical. Alef Aeronautics, una startup respaldada por inversores de Tesla, se ha unido a la carrera para que los vehículos de transporte terrestre puedan, también surcar el cielo.
Model A, el primer ya definitivo con licencia para volar
El modelo desarrollado por Alef Aeronautics tiene un diseño que se asemeja más a un coche eléctrico —con un diseño futurista, eso sí, por la necesidad de disponer de una carrocería que deje pasar el aire a través de ella— que a un vehículo volador, pero puede despegar verticalmente o volar como un helicóptero a una distancia de hasta 180 kilómetros con una sola carga en sus baterías. Alef ha abierto preventas para su Modelo A, con la posibilidad de unirse a la lista de espera por alrededor de 150 euros o ser comprador prioritario adelantando algo menos de 1.500 euros. El Model A tendrá un precio final de 300.000 dólares, unos 285.000 euros al cambio actual y podría entregarse a sus primeros propietarios en el año 2025.
La compañía ha estado probando su prototipo desde 2019 y planea entregar versiones que también tengan un alcance de 300 kilómetros en carretera. Esta ambiciosa startup dirigida por Jim Dukhovny pretende brindar una solución para los obstáculos en el tráfico, ofreciendo la posibilidad de despegar y «saltar» sobre obstáculos como parte de su visión.
A pesar de la emocionante perspectiva de coches voladores, expertos señalan que la transición hacia su adopción generalizada no será sencilla. En primer lugar, la producción en masa es un desafío común para las nuevas empresas automovilísticas, y la obtención de aprobaciones regulatorias para volar y conducir legalmente en las carreteras públicas es aún más complicada. La Administración Federal de Aviación (FAA) ha proporcionado pautas actualizadas para permitir que los vehículos terrestres despeguen y vuelen en el espacio aéreo público, y se ha informado que otro concepto de coche volador, como el Switchblade de Samson Sky, ha recibido luz verde para las pruebas de vuelo.
Alef espera acelerar su proceso regulatorio buscando la certificación aérea fuera de los Estados Unidos, específicamente en Asia y Europa. Esto no solo ayudaría a acumular un historial de seguridad, sino también a recopilar datos para el proceso de certificación de la FAA en los Estados Unidos. Incluso se planea certificar inicialmente el Modelo A como un Vehículo de Baja Velocidad (LSV), lo que limitaría su velocidad a aproximadamente 25 millas por hora —más o menos, 40 km/h— en carreteras públicas.
Pero además del Modelo A, Alef tiene en mente un plan aún más audaz: la creación de un Modelo Z más asequible con un precio objetivo de 35.000 dólares —alrededor de 33.500 euros— para 2030. Según Jim Dukhovny, este vehículo no sería «más complicado que un Toyota Corolla» y podría tener un rango de precio similar.
A pesar de estos emocionantes avances, la transformación de la industria automotriz no será sencilla, y la aprobación regulatoria podría llevar tiempo. La promesa de coches voladores comercialmente disponibles no está lejana, con empresas como Fiat-Chrysler y Xpeng compitiendo para ser los primeros en llevarlos al mercado. Hyundai y Uber han estado trabajando en conceptos de taxis voladores desde 2020, y la subsidiaria de Hyundai, Supernal, planea lanzar un pod volador comercialmente en 2028. Otras marcas como VW llevan también años apoyando el desarrollo de “movilidad vertical”. Las expectativas son altas, pero las complejidades regulatorias siguen siendo el desafío más importante, pero tiempo al tiempo.
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