Noruega rechaza el turismo para proteger sus paisajes: ¿un ejemplo para otros países?
Noruega toma medidas para proteger su naturaleza, reduciendo la promoción turística en lugar de aumentar sus ingresos. Otros países podrían aprender de este enfoque.
Noruega ha decidido limitar el turismo para proteger su naturaleza, priorizando el medioambiente sobre los ingresos económicos. A pesar de que las visitas han aumentado, especialmente en destinos como Lofoten, el país ha retirado campañas publicitarias para desalentar el turismo masivo. Noruegos preocupados por la preservación de sus paisajes temen que la sobreexplotación de su naturaleza, como ha sucedido en otros destinos europeos, dañe su entorno único y su estilo de vida profundamente ligado a la naturaleza.
Protección sobre el lucro
La relación de Noruega con su entorno natural es casi sagrada. La cultura noruega, desde la infancia, está profundamente arraigada en la idea de vivir en armonía con la naturaleza. Los niños aprenden que «no existe el mal tiempo, solo la ropa incorrecta», y las familias noruegas pasan sus fines de semana explorando sus bosques, montañas y fiordos, incluso durante los largos y oscuros inviernos. Este amor por el aire libre ha llevado al país a tomar una decisión sorprendente: limitar activamente la promoción turística de su deslumbrante paisaje rural.
En lugar de seguir el camino de otros destinos turísticos que han optado por aumentar las restricciones a los visitantes una vez que ya están en el país —como la tasa turística de 5 euros impuesta en Venecia—, Noruega ha decidido reducir su promoción internacional. A pesar de que el turismo ha aumentado, con un incremento del 15% en lugares como Lofoten de 2022 a 2023, el gobierno ha optado por retirar campañas publicitarias que atraen a turistas extranjeros. Esta medida ha sido bien recibida por muchos noruegos, quienes valoran la protección de su entorno natural por encima de los beneficios económicos que aporta el turismo.
Un modelo único de relación con la naturaleza
Noruega es famosa por paisajes como los fiordos y Lofoten, una cadena de islas espectaculares donde los visitantes pueden disfrutar de la aurora boreal en invierno o el sol de medianoche en verano. Sin embargo, este tipo de atracciones naturales han atraído multitudes crecientes de turistas europeos que, aprovechando las nuevas rutas de vuelos directos desde ciudades como Londres y Ámsterdam, han inundado las carreteras y pueblos noruegos en busca de aventuras al aire libre.
La creciente presión del turismo ha comenzado a generar preocupación en las comunidades locales. Las regiones más afectadas temen que los senderos, bosques y montañas se enfrenten a la misma sobreexplotación que sufren los Alpes, donde el turismo ha llevado a la sobrecarga de aldeas, congestión de tráfico y degradación del paisaje. Noruega, sin embargo, se enfrenta a estos desafíos desde un enfoque preventivo, buscando evitar que sus paisajes se deterioren antes de que el problema se vuelva insostenible.
Un aspecto clave de la cultura noruega es la «allemannsretten» o derecho a vagar libremente por la naturaleza. Este derecho, que permite a las personas acampar y recorrer áreas naturales incluso en tierras privadas, es una parte fundamental de la vida noruega. Sin embargo, con el aumento del turismo, las comunidades temen que esta tradición se vea comprometida. Aunque los extranjeros también tienen acceso a esta práctica, las autoridades noruegas han decidido no promoverla activamente fuera del país para evitar la sobreexplotación de estos recursos.
Un país que puede permitirse limitar el turismo
Parte de la capacidad de Noruega para desincentivar el turismo masivo radica en su sólida economía. El país cuenta con el mayor fondo soberano del mundo, producto de sus exportaciones de petróleo, lo que le permite resistir la tentación de depender del turismo como fuente principal de ingresos. Esta estabilidad económica permite a Noruega priorizar la conservación ambiental por encima de la maximización del turismo, algo que otros países más dependientes de la industria turística no podrían hacer sin enfrentar dificultades económicas.
Sin embargo, hay una paradoja en el enfoque de Noruega. Mientras el país se esfuerza por proteger sus bosques y montañas del turismo masivo, sigue siendo uno de los principales exportadores de petróleo del mundo. Esta contradicción plantea un dilema ambiental: mientras los ingresos del petróleo permiten financiar la conservación de su naturaleza, al mismo tiempo contribuyen al cambio climático global. El equilibrio entre la protección ambiental y el desarrollo económico sigue siendo un desafío constante para los responsables políticos noruegos.
¿Una lección para otros países?
El enfoque de Noruega hacia el turismo puede parecer extremo para algunas naciones, especialmente aquellas donde el turismo representa una gran parte de la economía. No obstante, la experiencia de Noruega podría ofrecer lecciones importantes sobre cómo manejar los impactos ambientales y sociales del turismo masivo. En lugar de simplemente imponer tasas o restricciones a los visitantes, el modelo noruego sugiere que es posible desincentivar el turismo desde la raíz, limitando la promoción y evitando la sobrecarga desde el principio.
Mientras que otras ciudades europeas han adoptado medidas como limitar el número de visitantes diarios —Bergen, por ejemplo, ha restringido a 8,000 el número de turistas de cruceros que pueden desembarcar diariamente—, Noruega ha optado por una solución más suave y preventiva. No se trata de negar el acceso a sus paisajes, sino de hacer que el viaje hacia Noruega sea menos atractivo para las masas sin comprometer la experiencia para quienes realmente valoran su naturaleza.
Desafíos futuros: la necesidad de diversificación económica
A largo plazo, sin embargo, la cuestión del turismo podría volverse más compleja para Noruega. A pesar de su actual solidez económica, el país enfrenta desafíos como la inflación, altas tasas de interés y una creciente disparidad económica. Alrededor de uno de cada diez niños noruegos crece en situación de pobreza, una cifra que afecta especialmente a las familias inmigrantes. En este contexto, el turismo podría ofrecer una vía de diversificación económica que ayude a reducir la dependencia del país de los ingresos por combustibles fósiles y mejorar el bienestar social.
Si Noruega decide aprovechar el potencial del turismo como fuente de ingresos, será fundamental que lo haga de manera sostenible. Los expertos ya están sugiriendo medidas para equilibrar la llegada de turistas con la protección ambiental. Estas incluyen señales claras, mejores guías y regulaciones más estrictas para garantizar que los visitantes respeten el entorno natural. También sería posible crear infraestructuras turísticas que no dañen el paisaje, al mismo tiempo que se establecen límites de acceso en áreas vulnerables.
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