PFAS en tú dieta: Cómo reducir la exposición a los químicos tóxicos eternos
Aunque es casi imposible eliminar los PFAS de tu dieta, hay estrategias que puedes seguir para reducir la exposición a estos químicos tóxicos.
Los PFAS, conocidos como “químicos eternos”, están presentes en alimentos básicos como huevos y arroz, y están vinculados a graves problemas de salud como cáncer y enfermedades renales. Aunque es casi imposible evitar completamente estos contaminantes, hay medidas que puedes tomar para reducir tu exposición y proteger tu salud. En este artículo, exploramos cómo estos químicos ingresan en la cadena alimentaria y qué puedes hacer para minimizarlos en tu dieta.
Cómo los PFAS ingresan en nuestra comida
Los PFAS, o sustancias per- y polifluoroalquiladas, son una clase de aproximadamente 15,000 compuestos utilizados en productos que resisten el agua, las manchas y el calor. Debido a su durabilidad, no se descomponen naturalmente y se acumulan en el medio ambiente y en nuestros cuerpos. Estos químicos se han vinculado a una serie de problemas de salud graves, incluyendo cáncer, enfermedades renales, problemas hepáticos, trastornos inmunológicos y defectos de nacimiento.
Aunque los reguladores han centrado sus esfuerzos en reducir los PFAS en el agua, la comida sigue siendo la mayor vía de exposición. Estos químicos están presentes en miles de productos de consumo y procesos industriales, lo que hace que su contaminación sea generalizada. Sin límites específicos establecidos por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para los PFAS en alimentos, es difícil evitar su consumo.
Uno de los mayores problemas es el uso de lodos de depuradora como fertilizante en cultivos, lo que introduce PFAS en la cadena alimentaria. Estos lodos están cargados de PFAS, y las plantas pueden absorber estos químicos del suelo. Además, el agua utilizada en la agricultura y para el ganado también puede estar contaminada, al igual que la mayoría de los pesticidas que contienen PFAS. Los alimentos procesados tienden a tener más PFAS debido a los múltiples puntos de entrada durante su producción y almacenamiento.
Cambia tus hábitos de consumo
Aunque es casi imposible evitar completamente los PFAS, cambiar algunos hábitos de consumo puede ayudar a reducir la exposición. Investigaciones han encontrado que quienes consumen más frutas y verduras frescas tienden a tener niveles más bajos de PFAS en la sangre. Esto se debe a que estos productos requieren menos embalaje y procesamiento, lo que reduce los puntos de entrada de PFAS. Reducir el consumo de carne, especialmente carne roja, también puede ser beneficioso, ya que los productos animales suelen tener más PFAS.
Sin embargo, hay que tener cuidado con algunos vegetales, especialmente las hojas verdes, que pueden absorber PFAS si se cultivan cerca de fuentes de contaminación. Aunque los alimentos orgánicos pueden ser una mejor opción al evitar la mayoría de los pesticidas, aún pueden estar contaminados si se cultivan en terrenos o con agua contaminada por PFAS. Variedad en la dieta también es importante; consumir diferentes marcas y tipos de alimentos puede ayudar a reducir la acumulación de PFAS en el cuerpo.
Cocina en casa y elige envases seguros
Comer en casa en lugar de pedir comida para llevar puede reducir significativamente la exposición a PFAS, ya que los alimentos para llevar suelen estar más procesados y empacados en materiales tratados con PFAS. Al cocinar en casa, es importante elegir utensilios y envases que no contengan PFAS. Optar por vidrio, acero inoxidable o utensilios de cocina de hierro fundido en lugar de aquellos con revestimientos antiadherentes es una buena estrategia.
Cuando compres alimentos en el supermercado, elige productos en envases de vidrio en lugar de plástico, y evita productos que puedan estar envasados en papel reciclado que podría contener PFAS. Además, utilizar bolsas de tela para las compras y evitar el uso de contenedores de comida para llevar de los restaurantes puede minimizar el riesgo de exposición.
Consumo moderado de mariscos
El marisco es otro alimento con riesgo de contaminación por PFAS, especialmente aquellos de agua dulce en EE.UU., ya que los ríos y lagos están muy contaminados. Sin embargo, los peces de agua salada pueden ser una opción más segura, ya que los PFAS se diluyen más en el océano que en cuerpos de agua más pequeños. Presta atención a las advertencias de «no comer» emitidas por los estados, aunque a menudo estas son insuficientes.
Las pruebas recientes en mariscos, como camarones y langostas, han revelado niveles preocupantes de PFAS, especialmente en áreas cercanas a bases militares y zonas urbanas. Evitar mariscos de áreas conocidas por su alta contaminación por PFAS, como la Bahía de Chesapeake y el Puget Sound, puede ser una medida preventiva útil.
Aunque la eliminación completa de PFAS de nuestra dieta puede parecer una tarea imposible, adoptar estas estrategias puede ayudar a reducir significativamente la exposición a estos químicos tóxicos. Es esencial seguir investigando y abogando por regulaciones más estrictas para limitar la presencia de PFAS en nuestra cadena alimentaria. Mientras tanto, hacer elecciones informadas sobre qué comemos y cómo preparamos nuestros alimentos puede proteger nuestra salud y la de nuestras familias.
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