¿Retroceso climático global? Elecciones en 2024 ponen en jaque la acción ambiental
Las elecciones de 2024 revelan un retroceso en el compromiso climático global, mientras líderes populistas priorizan la economía sobre el medioambiente.
En un año electoral sin precedentes, victorias populistas como la de Trump en EE. UU. y la derecha en Europa han erosionado el compromiso global con la crisis climática. Aunque algunas regiones avanzan, los escasos logros de la COP29 subrayan un preocupante estancamiento en la acción climática global, incluso mientras los desastres naturales y récords de temperatura se intensifican.
Un año electoral que cambió el panorama climático
El 2024 ha sido un año crítico para el cambio climático, pero no en el sentido esperado. En lugar de avances significativos, las elecciones en países clave han resultado en un debilitamiento de los compromisos ambientales. En Estados Unidos, la victoria de Donald Trump trajo consigo promesas de desmantelar políticas climáticas, mientras que en Europa, los partidos de derecha, que califican las medidas verdes como costosas e innecesarias, obtuvieron amplios apoyos en las elecciones parlamentarias de la Unión Europea.
La crisis climática ha sido relegada frente a preocupaciones como la inflación, los precios de la energía y las tensiones geopolíticas. Incluso en la COP29, celebrada en Azerbaiyán, la falta de líderes mundiales y el tono desafiante de los anfitriones subrayaron el retroceso global en la acción climática. Ilham Aliyev, presidente del país anfitrión, defendió los combustibles fósiles como un «regalo de Dios», mientras que Argentina, liderada por Javier Milei, abandonó las negociaciones, planteando una posible salida del Acuerdo de París.
La paradoja del aumento de los desastres climáticos
Esta apatía política contrasta con el aumento de los desastres climáticos. En 2024, el mundo ha enfrentado temperaturas récord, inundaciones devastadoras en Asia y América, y sequías extremas en Europa. Sin embargo, estos eventos no lograron priorizar el clima en la agenda electoral de muchas naciones. Según Catherine Fieschi, experta en populismo, la narrativa política ha cambiado, alejándose de la urgencia climática para centrarse en la economía y la estabilidad energética.
En India, sin embargo, los agricultores afectados por climas extremos lograron influir en la reelección de Narendra Modi, quien prometió abordar la crisis climática local. Este contraste resalta cómo las poblaciones directamente impactadas están más inclinadas a exigir acción, mientras que en las economías avanzadas, la crisis parece haberse convertido en una cuestión secundaria.
La frustración de los activistas y los pocos avances logrados
La falta de progreso en la COP29 ha alimentado la frustración entre activistas y líderes climáticos. Gerry Arances, del Centro de Energía y Desarrollo Ecológico, criticó duramente la falta de financiamiento para países vulnerables y señaló cómo los compromisos de las naciones históricamente contaminantes han caído en un vacío retórico. Líderes como Edi Rama, primer ministro de Albania, cuestionaron públicamente el valor de estas reuniones si los mayores contaminantes continúan sin cambios significativos.
A pesar de este sombrío panorama, el año también ha visto avances. Las energías renovables han crecido rápidamente, y los analistas sugieren que el uso de petróleo podría alcanzar su punto máximo en la próxima década. Sin embargo, con un segundo mandato de Trump en el horizonte y el tiempo para limitar el calentamiento a 1.5 °C agotándose rápidamente, el optimismo es difícil de sostener. Cada día perdido, advierten los expertos, es una oportunidad que el mundo no puede recuperar.
El impacto del populismo en la acción climática
El avance de líderes populistas ha cambiado el discurso político sobre el cambio climático, vinculándolo a narrativas económicas y culturales que lo presentan como un lujo o una imposición. En Europa, algunos partidos de derecha han usado la crisis energética como pretexto para ralentizar o revertir políticas climáticas, argumentando que priorizan a las familias trabajadoras frente a lo que califican como «agendas verdes elitistas». Este enfoque, aunque popular en el corto plazo, podría tener consecuencias devastadoras a medida que las emisiones sigan aumentando sin control.
El costo político de las políticas climáticas ambiciosas
En muchos países, los líderes enfrentan un dilema: implementar políticas climáticas agresivas que podrían ser impopulares debido a su costo inicial o priorizar medidas inmediatas que aplacen preocupaciones como la inflación y el empleo. Este costo político es evidente en lugares donde los votantes han rechazado propuestas como impuestos al carbono o restricciones en la explotación de combustibles fósiles. Incluso en regiones con avances, como el Reino Unido bajo el liderazgo laborista, los gobiernos deben equilibrar la sostenibilidad con la viabilidad económica para mantener el apoyo público.
El papel de la sociedad civil y los movimientos locales
Mientras los gobiernos retroceden, los movimientos de base y las organizaciones civiles han emergido como actores clave para mantener el impulso climático. Proyectos comunitarios de energía renovable, iniciativas de conservación y protestas globales han presionado a los líderes políticos y aumentado la conciencia pública sobre los riesgos de la inacción. Sin embargo, estas iniciativas, aunque valiosas, no pueden reemplazar las políticas nacionales e internacionales necesarias para abordar la magnitud de la crisis climática.
El tiempo se agota, el desafío se intensifica
El 2024 ha dejado en claro que el cambio climático ya no es una prioridad universal, incluso mientras los impactos se vuelven más visibles y devastadores. Este retroceso en el compromiso político global subraya la urgencia de encontrar nuevas formas de avanzar, desde reforzar alianzas internacionales hasta incentivar la acción climática local y empresarial. A medida que el reloj avanza hacia puntos de inflexión climáticos, la necesidad de liderazgo valiente y de colaboración masiva nunca ha sido más crucial. El futuro del planeta depende de decisiones tomadas hoy; cada retraso agrava el desafío para las generaciones venideras.
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