El sector energético de Siria tras la caída de Assad: Crisis y nuevos actores

Alberto Noriega     11 diciembre 2024     5 min.
El sector energético de Siria tras la caída de Assad: Crisis y nuevos actores

La caída de Assad reconfigura el control del petróleo y gas en Siria, afectando su economía y atrayendo nuevos actores internacionales.

La caída de Bashar al-Assad marca un nuevo capítulo para el sector energético de Siria, debilitado por 13 años de guerra civil y sanciones internacionales. Dependiente de las importaciones de Irán, la producción local de petróleo y gas ha colapsado desde 2011. Mientras las fuerzas democráticas sirias (SDF) controlan campos clave al este del Éufrates, actores como Rusia y empresas internacionales esperan un posible regreso al mercado, dejando el futuro energético del país en una encrucijada.

El colapso de la producción energética

Antes de la guerra civil y las sanciones internacionales de 2011, Siria era un modesto productor de petróleo y gas, generando 383,000 barriles diarios (bpd) de petróleo y 8.7 mil millones de metros cúbicos de gas natural anuales. Estas cifras sustentaban una economía que, aunque limitada, mantenía cierta estabilidad energética.

Desde entonces, la producción ha colapsado. Para 2023, los niveles se desplomaron a 40,000 bpd de petróleo y 3 bcm de gas natural, según estimaciones del Energy Institute y BP. La dependencia de Siria del petróleo iraní se convirtió en una necesidad crítica para mantener suministros básicos de energía, exacerbada por la destrucción de infraestructura y el control fragmentado de sus recursos.

La salida de empresas internacionales como Shell y TotalEnergies tras las sanciones limitó aún más la capacidad del país para reactivar su sector energético. Estas sanciones, junto con el aislamiento político, dejaron a Siria fuera de los mercados globales de energía.

Control y actores clave en los recursos

Con la caída de Assad, el control de los campos petroleros y gasíferos se reconfigura. Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), respaldadas por Estados Unidos, dominan gran parte de los campos al este del Éufrates, incluyendo algunas de las reservas más importantes. Este control les otorga un papel estratégico en cualquier futuro político o energético del país.

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Mientras tanto, empresas como GulfSands Petroleum, con activos bloqueados por sanciones en el noreste del país, esperan un alivio en las restricciones para reanudar operaciones. Otros actores internacionales también han mantenido una presencia indirecta. En 2018, el Tesoro de EE. UU. sancionó a Evro Polis Ltd, una empresa rusa vinculada al grupo Wagner, por controlar campos petroleros sirios a cambio de un porcentaje de la producción. Tras la desaparición de Wagner, la gestión pasó a manos del ejército ruso, consolidando la influencia de Moscú en el sector energético del país.

Un futuro incierto

La reconstrucción del sector energético sirio dependerá de varios factores: la eliminación de sanciones internacionales, la estabilidad política interna y la capacidad de atraer inversión extranjera. Sin embargo, los retos son enormes. La infraestructura está devastada, los actores en el control territorial están fragmentados y las tensiones geopolíticas continúan moldeando el panorama.

Además, el colapso del régimen de Assad abre preguntas sobre cómo un nuevo gobierno manejará los recursos energéticos en un contexto de creciente competencia internacional. Mientras tanto, la reconstrucción de la industria energética podría convertirse en un campo de batalla económico entre potencias como Estados Unidos, Rusia e Irán.

Reconstrucción o prolongación de la crisis

El sector energético de Siria no solo es crucial para su recuperación económica, sino también para estabilizar su transición política. Sin una gestión equitativa y estratégica de los recursos, es probable que continúen los conflictos internos y la influencia de actores externos.

La caída de Assad ofrece una oportunidad para replantear la estrategia energética de Siria y reducir su dependencia del petróleo iraní. Sin embargo, el camino hacia un sector energético renovado y eficiente requiere inversiones sustanciales, voluntad política y un marco legal que permita la participación de actores internacionales en condiciones transparentes y sostenibles.

En esta encrucijada, Siria enfrenta no solo un desafío energético, sino también una prueba de su capacidad para reconstruir su soberanía y garantizar un futuro más estable para sus ciudadanos.

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¿Oportunidad de independencia o prolongación del conflicto?

La caída de Assad podría marcar el inicio de una nueva etapa para Siria, pero el camino hacia la recuperación del sector energético está lleno de incertidumbre. Los recursos petroleros y gasíferos, fundamentales para la estabilidad económica, siguen siendo objeto de disputas internas y maniobras internacionales. Mientras las SDF controlan campos clave, otros actores como Rusia buscan mantener su influencia estratégica, lo que complica la posibilidad de una gestión centralizada y equitativa de los recursos.

Además, cualquier intento de reactivar el sector energético debe enfrentar las secuelas de 13 años de conflicto: infraestructura destruida, un mercado global competitivo y la necesidad de atraer inversión en un contexto de sanciones. Siria necesitará no solo reconstruir físicamente sus campos, sino también diseñar políticas que promuevan la transparencia y la cooperación, evitando que sus recursos se conviertan nuevamente en catalizadores de conflictos.

Reconstrucción energética como base de estabilidad

El futuro del sector energético sirio dependerá de cómo el país logre equilibrar intereses nacionales e internacionales. Una estrategia inclusiva que involucre a las SDF, el gobierno de transición y la comunidad internacional será clave para reconstruir la industria y garantizar que sus beneficios lleguen a toda la población.

Sin embargo, este proceso requerirá apoyo externo significativo. Instituciones internacionales y potencias como la Unión Europea podrían desempeñar un papel importante, ofreciendo asistencia técnica y financiera condicionada a reformas que promuevan la estabilidad política y el desarrollo sostenible.

Siria se encuentra en un momento decisivo. Si logra convertir su sector energético en un motor de desarrollo y cohesión, podría sentar las bases para una reconstrucción más amplia. De lo contrario, los recursos podrían perpetuar las divisiones y prolongar el ciclo de inestabilidad. La manera en que se gestione esta transición será crucial para el futuro económico y social del país.

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