Sistema de radar obsoleto de EE. UU. en jaque ante ola récord de tornados

Alberto Noriega     15 abril 2025     4 min.
Sistema de radar obsoleto de EE. UU. en jaque ante ola récord de tornados

EE. UU. enfrenta una ola récord de tornados con un sistema de radar obsoleto, lo que impulsa a la NOAA a probar nueva tecnología urgente.

Estados Unidos ha emitido un número récord de advertencias de tornados en 2025, tensionando al límite su envejecido sistema de radares meteorológicos NEXRAD. En tan solo la primera semana de abril, se lanzaron 487 alertas en 17 estados, afectando a más de 70 millones de personas. Este aumento sin precedentes de fenómenos extremos ha expuesto deficiencias críticas en la infraestructura tecnológica, diseñada en los años 80. Ante este panorama, la NOAA acelera el despliegue de una nueva generación de radares capaces de reaccionar en segundos, una inversión vital frente al clima cada vez más violento.

Récord de alertas en medio de un año devastador

Hasta abril de 2025, EE. UU. ha registrado más de 470 tornados, casi el doble del promedio habitual para esta época del año. Solo en los primeros siete días de abril se activaron 487 alertas en 17 estados, marcando el mayor número de advertencias emitidas en cuatro décadas. La cifra no solo supera registros históricos: pone a prueba en tiempo real la capacidad del sistema meteorológico estadounidense para responder con rapidez y precisión.

Estos tornados han afectado desde las Grandes Llanuras hasta los Apalaches, una señal de que el llamado “Tornado Alley” se está expandiendo. Las autoridades advierten que, si la tendencia continúa, 2025 podría cerrar como uno de los años con mayor número de eventos extremos en la historia reciente del país.

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NEXRAD, una red en su límite

El sistema NEXRAD, compuesto por 160 radares Doppler desplegados desde 1988, fue un avance revolucionario que permitió aumentar el tiempo de aviso de tornados de 5 a 13 minutos. Sin embargo, la infraestructura ha envejecido mal: su ciclo de escaneo de 4 a 6 minutos hoy se considera insuficiente para fenómenos que pueden formarse y tocar tierra en menos tiempo.

El problema se agrava con la reducción de personal técnico en NOAA y el Servicio Meteorológico Nacional, lo que ralentiza las reparaciones y compromete la operatividad en zonas vulnerables. Además, los sistemas no cubren adecuadamente regiones montañosas ni urbanas en expansión, donde la densidad poblacional exige precisión milimétrica en los pronósticos.

Los recortes presupuestarios y la falta de inversión estratégica han convertido al radar meteorológico en un eslabón débil de la cadena de protección pública.

La esperanza está en la matriz en fase

Para abordar esta crisis tecnológica, la NOAA está probando una nueva generación de radares conocidos como PAR (Radar de Matriz en Fase). A diferencia del NEXRAD, estos dispositivos pueden escanear el cielo cada 30 a 60 segundos, multiplicando por cinco la frecuencia actual de actualización.

El prototipo PAR, que costó $45 millones, promete revolucionar la detección de tornados de corta duración y rápida formación, que hoy escapan a los modelos tradicionales. La implementación nacional, aún sin presupuesto asignado, se proyecta para la década de 2030, aunque algunos expertos urgen acelerar su adopción tras la avalancha de eventos extremos de este año.

Esta nueva tecnología no solo ofrecería más velocidad, sino también datos tridimensionales más detallados, permitiendo identificar la rotación interna de tormentas con mayor anticipación.

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Las consecuencias de no modernizar

La fiabilidad del sistema actual está directamente ligada a la seguridad de millones de personas. Muchos ciudadanos dependen exclusivamente de las alertas de NOAA Weather Radio, sobre todo durante la noche, cuando los teléfonos y televisores están apagados. En esas horas críticas, un fallo en el radar puede marcar la diferencia entre evacuar a tiempo o quedar atrapado por un tornado.

Cada minuto de advertencia adicional puede reducir las muertes hasta en un 8%, según datos del Servicio Meteorológico Nacional. Pero mantener ese margen exige tecnología de última generación, no un sistema que, en muchos lugares, roza los 40 años de antigüedad.

En los últimos dos años, varias alertas fallidas han encendido alarmas sobre la necesidad urgente de actualizar la red de radares, pero sin acciones concretas a nivel federal, la ventana de oportunidad se cierra con cada tormenta.

Un país que ya no puede permitirse mirar al cielo con tecnología de ayer

En un clima cada vez más impredecible, el radar ya no es solo una herramienta técnica: es un escudo social. La ola récord de tornados en 2025 ha dejado claro que la infraestructura meteorológica de EE. UU. necesita una transformación radical. Y la necesita ahora.

Mientras la NOAA corre contra el reloj para desplegar sistemas PAR, los ciudadanos siguen dependiendo de una red que fue puntera hace 35 años. El reto no es solo técnico, sino político: ¿será capaz EE. UU. de priorizar inversiones invisibles pero vitales? ¿O seguirá reaccionando a crisis en lugar de anticiparlas?

Actualizar los radares no es un lujo: es una cuestión de vida o muerte. La modernización debe acelerarse antes de que otra alerta llegue demasiado tarde. Porque en la era del cambio climático, esperar no es una opción.

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