Sostener un recibo 10 segundos podría ser peligroso debido a químicos tóxicos

Un estudio revela que los recibos térmicos contienen químicos tóxicos como BPS, que se absorben por la piel y superan límites de seguridad.
Una investigación reciente reveló que los recibos de papel térmico en Estados Unidos contienen niveles peligrosos de bisfenol S (BPS), un disruptor endocrino que puede ser absorbido por la piel en solo 10 segundos. Este hallazgo, que supera los límites de exposición establecidos por el estado de California, genera alarma sobre los riesgos diarios que enfrentan tanto consumidores como trabajadores del comercio. El químico se transfiere con facilidad al tacto porque no está químicamente ligado al papel, lo que pone en entredicho la seguridad de prácticas tan rutinarias como guardar un recibo en el bolsillo. Con crecientes preocupaciones legales y medioambientales, los minoristas se enfrentan ahora al reto de encontrar soluciones viables sin sacrificar funcionalidad ni rentabilidad.
Una amenaza invisible entre las manos
El bisfenol S (BPS), sustituto del cuestionado BPA, ha sido hallado en niveles preocupantes en recibos impresos de grandes minoristas de EE. UU., incluyendo supermercados, farmacias y tiendas de ropa. A diferencia del BPA utilizado en plásticos, el BPS en papel térmico no está ligado químicamente, lo que lo convierte en una sustancia fácilmente absorbible por la piel al contacto.
Un solo contacto de 10 segundos puede ser suficiente para que se absorban niveles que superan los límites de seguridad establecidos por California, particularmente si las manos están húmedas, calientes o han sido tratadas con desinfectantes a base de alcohol, que aumentan la permeabilidad cutánea.
Estudios demuestran que el BPS tiene una vida media más larga y una mayor capacidad de penetración que el BPA. Esto significa que no solo entra más fácil al cuerpo, sino que permanece allí por más tiempo, elevando su potencial disruptivo sobre el sistema endocrino.
Riesgos cotidianos para consumidores y trabajadores
Los efectos del BPS en el cuerpo humano están cada vez mejor documentados: altera la producción hormonal, puede afectar la fertilidad, el desarrollo fetal y está relacionado con ciertos tipos de cáncer. Lo preocupante es que la vía de exposición es omnipresente: cualquier persona que reciba un ticket de compra está en riesgo, muchas veces varias veces al día.
Los trabajadores del comercio minorista —cajeros, reponedores, encargados— están especialmente expuestos al manipular cientos de recibos diarios. En estudios de laboratorio, los niveles de BPS en sangre y orina de trabajadores que manipulan papel térmico son consistentemente más altos que los del resto de la población.
Entre las recomendaciones de los expertos para reducir la exposición destacan: rechazar el recibo impreso cuando sea posible, usar guantes si se manipulan grandes volúmenes de papel térmico, evitar el uso de desinfectantes antes de tocar recibos y lavarse las manos antes de comer después de haber manipulado tickets
En un contexto donde la digitalización ya permite prescindir del papel, la exposición continuada a estos químicos se vuelve difícil de justificar.
Un papel que no solo contamina el cuerpo
Además del riesgo para la salud humana, el papel térmico es altamente contaminante para el medio ambiente. Su recubrimiento con bisfenoles lo vuelve incompatible con los procesos normales de reciclaje, contaminando lotes completos de papel reutilizable.
Cada año, millones de toneladas de recibos son descartadas sin control, liberando residuos químicos al agua, suelo y aire. La acumulación de estos tóxicos en vertederos representa una amenaza creciente y silenciosa, ignorada por la mayoría de las normativas ambientales vigentes.
Algunos minoristas ya han comenzado a transicionar hacia soluciones sin fenoles, utilizando recubrimientos basados en urea o ácido ascórbico (vitamina C). Otros han optado directamente por sistemas de recibos digitales que eliminan por completo el papel, evitando tanto la exposición química como el desperdicio.
Minoristas en el punto de mira legal
El uso de BPS no es el único frente legal que enfrentan los grandes minoristas. En paralelo, el sector se ve acosado por demandas colectivas por prácticas de precios engañosos y violaciones a las leyes de consumo.
Durante el último año, las acciones legales por publicidad de descuentos falsos o precios comparativos manipulados se han más que duplicado, con acusaciones que van desde urgencias promocionales ficticias hasta tiendas outlet que venden productos diferentes a los de las tiendas tradicionales bajo supuestos descuentos.
A esto se suman demandas por cobros indebidos de impuestos sobre productos exentos, como mascarillas durante la pandemia, y errores de escaneo en caja que afectan la confianza del consumidor. Estas causas, sumadas a la polémica sobre el papel térmico, están poniendo presión sobre la imagen pública de las marcas y podrían desembocar en sanciones millonarias.
En estados como California y Nueva York, ya se han comenzado a presentar demandas relacionadas directamente con la exposición al BPS en el papel térmico, especialmente por parte de trabajadores que alegan afectaciones hormonales.
Una decisión empresarial que vale más que un ticket
Más allá de la ciencia, el uso de recibos con químicos peligrosos es hoy una decisión empresarial —y ética—. En un entorno donde ya existen alternativas más seguras, mantener el statu quo se vuelve cada vez más difícil de justificar, tanto frente a los consumidores como ante los tribunales.
La eliminación del papel térmico con bisfenoles no es solo una cuestión ambiental ni una tendencia tecnológica: es una exigencia de salud pública. Las compañías que tomen la delantera en adoptar prácticas libres de tóxicos no solo reducirán su exposición legal, sino que fortalecerán su reputación y confianza con los consumidores.
La toxicidad no viene impresa, pero se transfiere
Lo más inquietante de los recibos contaminados no es lo que dicen, sino lo que no dicen. A simple vista parecen inocuos, pero tras cada transacción hay una exposición química invisible que puede afectar la salud hormonal de millones.
La ciencia ya ha hablado. La tecnología existe. Y los consumidores están cada vez más atentos. La pregunta ya no es si los minoristas deben actuar, sino cuánto están dispuestos a arriesgar por no hacerlo.
Porque hoy sabemos que basta con sostener un recibo por diez segundos para absorber un químico tóxico. Y lo que se imprime en papel… también deja huella en la piel.
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