¿Te pagarán por usar electricidad? El fenómeno de precios negativos que avanza en Europa
El auge de la energía renovable en Europa ha llevado a precios eléctricos negativos en un 6% del tiempo, y el fenómeno podría llegar a EE.UU.
En 2024, las redes eléctricas de Europa han experimentado un fenómeno que pocos habrían predicho hace unos años: precios de la electricidad que caen a cero o incluso a valores negativos durante el 6% del año. Este auge se debe en gran parte a la expansión masiva de la energía solar y eólica, cuyas instalaciones están generando más energía de la que el sistema puede manejar en determinados momentos del día. Países como España, Finlandia y los Países Bajos han visto cifras aún más extremas, con un 12% de las horas del año alcanzando estos precios en el caso español. La energía eólica y solar no solo han reducido los costos operativos, sino que también han forzado a que los generadores mantengan el flujo de electricidad, incluso si eso implica pagar a los consumidores para que utilicen esa energía.
Este cambio tiene implicaciones directas en la forma en que los consumidores gestionan el uso de electricidad. Jeroen van Diesen, residente en Kerkdriel, Países Bajos, es parte de un creciente grupo de consumidores que se han beneficiado del exceso de energía renovable. A través de su contrato con Tibber, una compañía energética noruega que cobra según el precio horario del mercado mayorista, van Diesen ha logrado cargar sus dos coches eléctricos durante las horas más baratas, incluso recibiendo dinero en ocasiones por su consumo. En los últimos cinco meses ha ganado 30 euros simplemente aprovechando estos momentos, lo que cubre el costo mensual de su servicio eléctrico.
Los subsidios impulsan el exceso de energía
Uno de los motores detrás de esta dinámica es la política de subsidios. En muchos países europeos, los gobiernos siguen incentivando a los productores de energía renovable para que mantengan la producción incluso cuando la oferta supera la demanda. A nivel técnico, detener una planta eólica o solar es más costoso que mantenerla operando, y la legislación que impulsa la descarbonización del sistema energético ha favorecido este tipo de situaciones. El resultado: una oferta energética tan abundante en determinados momentos que no solo reduce los costos para los consumidores, sino que los recompensa.
En mercados como el holandés o el finlandés, este tipo de precios ha sido un incentivo para que más consumidores opten por contratos de energía que se ajustan a los precios por hora. Empresas como Tibber han capitalizado este cambio ofreciendo soluciones tecnológicas que permiten automatizar el consumo energético en función del precio: las viviendas cargan baterías, calientan agua o encienden electrodomésticos cuando el costo es bajo, y almacenan energía para usar cuando los precios suben.
Este tipo de contratos de energía no son aún comunes en Estados Unidos, donde los reguladores se han mostrado reticentes a permitir precios dinámicos por miedo a que los consumidores queden expuestos a grandes subidas en momentos de crisis energética.
Estados Unidos: ¿preparado para un cambio?
A pesar de la cautela en EE.UU., algunos estados ya están experimentando lo que Europa ha adoptado con rapidez. California, conocida por sus ambiciosos planes de energía renovable, ha registrado precios negativos en casi el 20% de las horas del año en 2024, en parte debido al rápido crecimiento de las instalaciones de paneles solares. Estos precios negativos se deben a que, al igual que en Europa, la oferta energética a veces excede la demanda, lo que obliga a los generadores a seguir inyectando energía en la red sin poder desconectarse.
El fenómeno está impulsando una reestructuración profunda de los mercados energéticos en EE.UU. Aunque muchos consumidores estadounidenses siguen pagando tarifas fijas, los legisladores en California y otros estados del oeste están empezando a valorar los beneficios de las tarifas dinámicas. Estas tarifas permitirían a los consumidores aprovechar los momentos de exceso de energía renovable para reducir sus costos e incluso, como en Europa, recibir dinero por su consumo. Además, este modelo ayudaría a reducir la presión sobre las infraestructuras eléctricas, evitando la construcción de nuevas plantas generadoras y mejorando la integración de energías renovables en la red.
El caso de Texas también es interesante. Este estado, famoso por su independencia energética y su capacidad eólica, ya ha experimentado con precios variables. Sin embargo, el experimento tuvo un giro inesperado en 2021, cuando una tormenta invernal provocó cortes masivos en la red eléctrica. Los precios de la electricidad se dispararon, y aquellos con contratos basados en el mercado mayorista, como la empresa Griddy, recibieron facturas exorbitantes. Este episodio llevó a los reguladores a ser más cautelosos sobre la adopción de tarifas dinámicas. Sin embargo, con el crecimiento de la energía solar y eólica en Texas, es probable que el estado reevalúe su postura en los próximos años.
Industria y tecnología: hacia un consumo inteligente
En Europa, las empresas también están ajustando sus estrategias energéticas para maximizar el beneficio de los precios negativos. Linde, una multinacional británica de ingeniería, ha comenzado a diseñar plantas industriales que pueden adaptarse a estos picos y valles en los precios de la electricidad. Las plantas de gases industriales de Linde ahora operan en horarios variables, aumentando la producción cuando los precios de la electricidad caen y almacenando los gases para utilizarlos cuando los precios suben. Este enfoque, conocido como «baterías virtuales», permite que empresas energéticamente intensivas continúen operando de manera eficiente sin depender de baterías físicas.
En Alemania, Trimet, uno de los mayores consumidores de electricidad del país, también está ajustando sus operaciones. Sus fundiciones de aluminio, que consumen cantidades enormes de energía, están siendo rediseñadas para poder reducir o aumentar el consumo de energía en función de la disponibilidad de energía renovable. Estos ajustes, aunque requieren inversiones significativas en infraestructura, se están viendo favorecidos por los precios inusualmente bajos o negativos, lo que permite una reducción sustancial en los costos operativos a largo plazo. El aumento de la energía renovable en Europa está forzando una transformación no solo a nivel de consumo doméstico, sino también en la industria pesada.
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