La tierra podría haber cruzado siete de los nueve límites planetarios, advierten científicos
Un informe del Instituto Potsdam indica que la Tierra ha cruzado siete de los nueve límites planetarios, acercándose peligrosamente al colapso ambiental.
El último informe del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK) ha encendido las alarmas sobre el estado crítico de los sistemas vitales de la Tierra. Según los científicos, la civilización industrial ha superado ya seis de los nueve límites planetarios que mantienen el equilibrio necesario para la vida en el planeta. El séptimo límite, la acidificación de los océanos, está a punto de ser cruzado, lo que plantea graves riesgos para los ecosistemas marinos y la capacidad del planeta de sustentar la vida tal y como la conocemos. Este informe, que ofrece una “evaluación de salud” anual del estado del planeta, es el primero en un formato accesible para el público general, una medida adoptada por los investigadores para llamar la atención sobre la gravedad de la situación.
La ciencia de los límites planetarios, propuesta por Johan Rockström y otros investigadores en 2009, establece nueve sistemas fundamentales que mantienen la estabilidad y la resiliencia del planeta. Entre ellos se incluyen el cambio climático, la integridad de la biosfera, el uso de la tierra y el agua dulce, los flujos biogeoquímicos (principalmente de nitrógeno y fósforo), la acidificación de los océanos, la introducción de nuevas entidades (como sustancias químicas sintéticas), la carga de aerosoles en la atmósfera y la capa de ozono. La transgresión de estos límites pone en riesgo el equilibrio que ha permitido el desarrollo de las civilizaciones humanas en los últimos 12,000 años.
El peligro de la acidificación oceánica
Uno de los aspectos más preocupantes del informe es la creciente acidificación de los océanos. Este fenómeno, causado por la absorción de dióxido de carbono (CO2) atmosférico, altera la química del agua de mar y amenaza a los organismos marinos, particularmente a los que forman conchas y esqueletos a partir de carbonato de calcio, como los corales y ciertos tipos de plancton. Estos organismos son esenciales para la cadena alimentaria marina, y su desaparición podría desencadenar un colapso ecológico con consecuencias en la biodiversidad y la seguridad alimentaria humana.
Levke Caesar, física climática y coautora del informe del PIK, señaló que la acidificación de los océanos está “cerca de un umbral crítico”. Aunque los niveles actuales de saturación de aragonita —una medida clave para evaluar la salud de los océanos— aún se encuentran dentro de lo que se considera un espacio operativo seguro, se están acercando rápidamente a niveles peligrosos, especialmente en regiones de alta latitud como el Océano Austral y el Ártico, donde los efectos son más pronunciados. Los estudios más recientes sugieren que incluso los niveles actuales de acidificación podrían ya estar afectando a una variedad de organismos marinos, lo que indica que es necesario reevaluar qué niveles de acidez pueden considerarse realmente seguros.
Además del daño directo a los ecosistemas marinos, la acidificación reduce la capacidad de los océanos para actuar como sumideros de carbono. Hasta ahora, los océanos han absorbido aproximadamente un tercio del CO2 emitido por actividades humanas, lo que ha limitado el calentamiento global. Sin embargo, a medida que los océanos se vuelven más ácidos, su capacidad para absorber CO2 disminuye, lo que acelera el cambio climático y agrava sus impactos.
Interconexión de los límites planetarios
Uno de los mensajes clave del informe del PIK es que los límites planetarios no pueden abordarse de manera aislada. Todos ellos están interconectados y forman un sistema global complejo en el que las alteraciones en una área afectan inevitablemente a las demás. Por ejemplo, la acidificación oceánica no solo está relacionada con el cambio climático, sino que también tiene un impacto directo en la integridad de la biosfera y los flujos biogeoquímicos. El cambio en los ciclos de nitrógeno y fósforo, en particular, está íntimamente ligado a la degradación de los ecosistemas acuáticos y terrestres, afectando a la biodiversidad y la estabilidad climática.
El cambio climático, considerado uno de los límites planetarios más críticos, ya ha sido transgredido. Según el informe, los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera han alcanzado niveles que superan el umbral seguro. Esto ha llevado a un aumento de las temperaturas globales, la intensificación de fenómenos climáticos extremos como huracanes, inundaciones y sequías, y la aceleración del derretimiento de los casquetes polares. Estos cambios están desestabilizando sistemas ecológicos fundamentales, lo que agrava los problemas de seguridad alimentaria y desplazamiento de poblaciones.
Otro de los límites que ha sido violado es la integridad de la biosfera, que incluye la pérdida masiva de biodiversidad. La actividad humana ha acelerado la extinción de especies a un ritmo sin precedentes, lo que pone en riesgo no solo la estabilidad de los ecosistemas, sino también los servicios esenciales que proporcionan, como la polinización, la purificación del agua y la regulación del clima. La pérdida de biodiversidad es particularmente alarmante en los océanos, donde la acidificación y la sobrepesca están destruyendo hábitats clave como los arrecifes de coral.
Límites planetarios y la salud humana
El informe del PIK también subraya que la transgresión de los límites planetarios no solo pone en riesgo los ecosistemas, sino también la salud y el bienestar humanos. Los cambios en los sistemas terrestres y oceánicos están alterando la disponibilidad de agua dulce, aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y reduciendo la capacidad de las sociedades para producir alimentos de manera sostenible. La contaminación por plásticos y otras sustancias químicas sintéticas, identificada como un «nuevo límite» en el marco de las entidades novedosas, también está afectando gravemente a la salud humana y a la vida marina.
En cuanto al agua dulce, el informe destaca que el ciclo hidrológico está siendo gravemente perturbado por el cambio climático y la degradación de los ecosistemas. En muchas regiones del mundo, los patrones de precipitación se están volviendo más erráticos, lo que aumenta la frecuencia y severidad de las sequías e inundaciones. Estos fenómenos afectan tanto a la agricultura como a la disponibilidad de agua potable, exacerbando la inseguridad alimentaria y los conflictos por los recursos.
¿Hay espacio para la esperanza?
A pesar de las sombrías advertencias del informe, los científicos del PIK insisten en que aún hay margen para la acción. La estabilización de la capa de ozono, gracias a las políticas globales implementadas tras el Protocolo de Montreal, es un ejemplo de cómo la cooperación internacional puede revertir el daño a los sistemas planetarios. Asimismo, la ligera mejora en la carga de aerosoles atmosféricos sugiere que las regulaciones sobre la contaminación del aire están empezando a tener un impacto positivo. No obstante, los expertos coinciden en que estas pequeñas victorias no deben distraer de la urgencia de abordar los límites que ya se han superado.
Comentarios cerrados